Los fallos del mercado bajo el socialismo del siglo XXI (I)

Los fallos del mercado bajo el socialismo

Como fallos del mercado en economía se califican a las consecuencias negativas de la economía de mercado en ausencia de regulaciones, de manera sucinta la tipología de esos fallos se puede resumir en la siguiente lista:

  • Ejercicio de poder de monopolio.
  • Existencia de externalidades.
  • Asimetrías de información e incentivos perversos.
  • La provisión de bienes públicos.
  • Inestabilidad económica.
  • Desigualdad de ingresos.

En las economías socialistas reguladas, se establecen controles de precios y penalizaciones para su cumplimiento y supervisión añadiendo costos sociales. Con los controles se sustituye a un mercado de naturaleza económica por otro con connotación ideológica que transfiere poder discrecional a unos pocos, es una discrecionalidad que da origen a mercados negros. De este modo, los productos se hacen más escasos, más caros, de dudosa calidad con costos adicionales de búsqueda y espera en colas. Se valida que, bajo la mano visible de la intervención arbitraria, se esconde la mano escondida del mercado negro y todas sus perversidades. Realmente estamos lidiando con el populismo de izquierda.

Los fallos del mercado del inherentes al marco regulatorio del socialismo del siglo XXI

A los fallos convencionales del mercado se añaden otros que surgen del marco regulatorio del socialismo, como son los siguientes:

  • No hay una adecuada transparencia y predictibilidad en la formulación, aprobación y ejecución de las regulaciones.
  • Las normas no se someten a verdaderos debates y evaluación en términos de sus efectividad, eficiencia, efectos directos y colaterales a través del mercado, más bien son sujetos de propaganda política y justificaciones ideológicas, impuestas por la vía del control de los poderes públicos.
  • Las regulaciones no se formulan a partir del mercado sino como sustitución del mismo. A priori se estigmatiza al mercado y se supone su sustitución por mecanismos políticos de decisión. Se ignora que el mercado es una realidad cultural y no un constructo creado por el capitalismo, y al hacerlo, se devela lo más perverso de los fallos del mercado: los mercados negros.

El desconocimiento del como la política económica impacta en las decisiones del mercado tales como los precios, la competencia, las barreras de entrada y salida de mercados, afecta la productividad del trabajo y del capital, obstaculiza el desarrollo y difusión de las nuevas tecnologías y desmejora la capacidad de respuesta ante los cambios del mercado. Las regulaciones terminan añadiendo costos fijos y variables a la sociedad como un todo sin valor agregado.

El ejercicio de poder de monopolio

Existe poder de monopolio cuando un sujeto económico puede incidir sobre los precios a través de la manipulación de las cantidades producidas, de esta manera los demandantes se excluyen del mercado si no poseen suficiente poder de compra o tienen que pagar más si lo tienen. En las economías socialistas reguladas, se establecen controles de precios y penalizaciones para su cumplimiento y supervisión añadiendo costos sociales. Con los controles se sustituye a un mercado de naturaleza económica por otro con connotación ideológica que transfiere poder discrecional a unos pocos, es una discrecionalidad que da origen a mercados negros. De este modo, los productos se hacen más escasos, más caros, de dudosa calidad con costos adicionales de búsqueda y espera en colas. Se valida que, bajo la mano visible de la intervención arbitraria, se esconde la mano escondida del mercado negro y todas sus perversidades. Realmente estamos lidiando con el populismo de izquierda.

Existencia de externalidades

Hay externalidades cuando las actividades de producción o de procura de bienes y servicios tienen efectos colaterales sobre terceros no involucrados en la transacción, terceros que no son compensados cuando la externalidad es negativa y que no pagan cuando la externalidad es positiva. La política pública bajo el socialismo es una máquina generadora de efectos colaterales negativos a nivel del individuo y de la sociedad. Por ejemplo, cuando existen regulaciones cambiarias sobre el valor de las divisas y también discriminación en la administración del otorgamiento de las mismas, las acciones de los agentes económicos para la obtención de divisas crean costos para los demás sin que éstos sean compensados por esos efectos, se agotan los pasajes aéreos, no por la necesidad de viajar, sino por el aprovechamiento de unas divisas obtenidas a un precio que luego son transadas a uno mayor, en los mercados paralelos del socialismo. La tragedia de las malas políticas públicas no termina allí, se agrava cuando se trata de resolver el problema sin comprenderlo: como los agentes agotan los pasajes aéreos, no para satisfacer la necesidad de hacerlo, entonces se restringen los vuelos. Como la administración gubernamental dificulta el pago de las obligaciones adquiridas con las líneas aéreas, el problema se hace mayor.

Asimetrías en la información e incentivos perversos

Los regímenes socialistas se caracterizan por el ocultamiento de información cuando no le es favorable, de modo que si los datos estadísticos sobre la inflación, el déficit fiscal o cualquier otra, dan como resultado una evaluación negativa para la gestión pública, no se publican e incluso es posible que hasta altos funcionarios reconozcan que la información no se divulga porque puede dársele un uso político. Una estrategia usual bajo el socialismo para el sometimiento de la gente es crear vacíos en la información requerida para efectuar trámites burocráticos ante el gobierno; a discrecionalidad de cada funcionario se deja la potestad de informar de manera clara y precisa sobre los recaudos necesarios, con lo cual el cumplimiento de obligaciones ante los ciudadanos se retrasa o se hace imposible a menos que recurra a la contratación de servicios de gestoría. Estas asimetrías no solo destruyen valor social al generar gastos adicionales que no tienen contrapartida en mayor producción o en mayor eficiencia de los servicios públicos, sino que crean incentivos perversos pues se remunera mejor una gestoría que una actividad productiva. Uno de los incentivos perversos de mayor impacto es el que se deriva del sesgo anti empresarial en el manejo de los conflictos laborales que en conjunto con la inamovilidad laboral promueve el ausentismo y la improductividad del trabajo; la remuneración del trabajador no aumenta cuando agrega más valor sino cuando trabaja menos.

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