La enfermedad holandesa y el efecto Venezuela (parte II)

Hay que reanudar el debate sobre la enfermedad holandesa en Venezuela. Más allá de lo político y lo ideológico, hasta el presente la administración de dicho recurso no ha superado el legado del “Programa de febrero de 1936”. Desde la participación en regalías e impuestos por el uso de un recurso propiedad del Estado, pasando por la nacionalización, por la apertura y ahora con el socialismo del siglo XXI, no hemos tenido logros, se sigue siendo el mismo país que compra en el mercado internacional casi todo. También, es necesario el análisis de la empresa estatal PDVSA que, sin mejorar sus capacidades desde 1965, en términos gerenciales, de progreso técnico, de creación de riqueza mantuvo su excelencia hasta la llegada del socialismo del siglo XXI.

Hay excepciones en países con cuantiosos recursos naturales que superaron la maldición de la abundancia: Australia, Canadá, Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda y Suecia. O, como lo vienen intentando durante los últimos decenios, países como Costa Rica, Chile, Malasia, Mauricio y Botswana. La singularidad de estos procesos está en una fuerte convicción cívica que impide ceder a la tentación del uso de esos recursos con fines esencialmente políticos para asegurar triunfos electorales. Es el Estado al servicio de la gente y no al revés, la clave de éxito.

Se sigue hablando de la Enfermedad Holandesa en Venezuela, y el verdadero problema es que se sigue creyendo que los objetos y las cosas poseen atributos morales[1], cuando estos corresponden a los humanos, así se plantea que el petróleo, estiércol del diablo, es la fuente de las desgracias de este país, ¡pues no! , está en la propia gente, en los venezolanos. Tampoco el origen está en los líderes que han dirigido este país, ellos simplemente han aprovechado la oportunidad que brinda un pueblo cuya cultura, por alguna razón, esta imbuida de inmediatismo, es amante de la retórica, y con valores poco propicios para el desarrollo de la ciudadanía.

Cuadro de Hipótesis: La posesión de recursos que no son productos del trabajo, con cualificación rentística, sume a los pueblos en una suerte de maldición en la abundancia.

Tesis I: La renta petrolera desbordó la capacidad de absorción de capital de la economía venezolana: La estrechez del mercado estableció límites a la expansión industrial, la sobrevaluación del bolívar, con el cierre del mercado externo, se erigió en obstáculo al desarrollo. Venezuela, por las dimensiones de su mercado interno, a nivel de formación de precios, está constituida por oligopolios técnicamente inevitables. Tanto el cierre al sector externo como la apertura sin regulaciones son extremos y no pueden ser la guía para la instrumentación de políticas económica.

Tesis II: Históricamente, el ingreso intermitente y masivo de divisas llevó a una sobrevaluación del tipo de cambio y la una pérdida de competitividad, lo que perjudicó al sector transable. Al apreciarse el tipo de cambio real, los recursos se reasignan desde la manufactura hacia los segmentos no transables y a la rama primario-exportadora en auge. Esto distorsionó la estructura de la economía al distraer los fondos que podrían dirigirse a los sectores que propician más valor agregado, empleo, progreso técnico y efectos de encadenamiento.

Tesis III: Esa abundancia de recursos externos, alimentada por los flujos que generan las exportaciones y los créditos fáciles, condujo a un auge temporal del gasto e inversión improductiva: lo cual significó un desperdicio de recursos que impulsó la sustitución de productos nacionales por importados. El desorden es mayor cuando el Estado es administrador de los sectores con ventaja comparativa de costos, porque los incentivos perversos operan a favor del deseo de perpetuidad en el poder de quienes lo detentan, a costa de los intereses del propio país.

Tesis IV: La explotación de los recursos naturales no renovables en forma de enclaves crea poderosos Estados empresarios dentro de débiles Estados Nación. Una regularidad en los países con poco éxito en la administración de la abundancia es que dan lugar a Gobiernos Empresarios con debilidad institucional De los fallos del mercado pasamos a los fallos del ejercicio del poder sin límites, ni contrapesos.

Tesis V: El problema radica en los gobiernos, los empresarios e incluso la ciudadanía de nuestros países con mal desarrollo quienes no han sido capaces de idear las políticas económicas y las reformas legal-estructurales requeridas, ni se ha podido conformar las alianzas y los consensos necesarios para aprovechar las enormes potencialidades y asegurar la transición de economías dependientes hacia economías autosustentables, con integración nacional y mercado interno; en suma, hacia sociedades más justas y equilibradas.


Enlace: Enfermedad holandesa Parte II

Francisco J Contreras M


[1] Existe un buen trabajo donde se puede encontrar una aproximación del planteamiento, citamos al Profesor Jesús Puerta:  “Raíces de esa semantización moral del petróleo las encontramos ya en Alberto Adriani, cuando considera al petróleo como una mina más que daña el ambiente natural y no contribuye a formar la ética del trabajo y el ahorro del “homo economicus” que Venezuela requiere para poder desarrollar una economía independiente”, aún cuando pensamos la idea de Alberto Adriani corresponden  más bien un planteamiento económico del cómo utilizar un recurso y transformarlo en fuente de desarrollo, es el uso el que da lugar a un incentivo perverso favorable al gasto improductivo.

http://74.125.95.132/search?q=cache:Pwt31kWoNKcJ:servicio.cid.uc.edu.ve/faces/revista/a6n13/6-13-7.pdf+%22jes%C3%BAs+Puerta%22+petr%C3%B3leo&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=ve

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