Hélices, anclajes y desfragmentación en la gobernanza local

Lo inevitable

A pesar de la privilegiada dotación de recursos naturales, de una cultura “centralista” y del control estatal sobre las fuentes de recursos con ventajas comparativas, el futuro del país  va a descansar más en las posibilidades de movilizar cada localidad y cada región desde su propio lugar para la resolución de sus problemas.

La exacerbación de la crisis económica y sociopolítica que vive el país no impidió que a partir del año 2019 se observaran posibilidades diferentes de emprendimiento a la tradicional extracción de rentas, entre pequeñas, medianas empresas y emprendedores informales que, con base en la creación de valor, decidieron realizarse desde la adversidad. En nuestro marco lógico no es el de un evento tipo burbuja como se ha expresado en las redes sociales, calificando cualquier atisbo de éxito como una economía de “bodegones”.

Nuestra tesis es que ni las más extremas circunstancias van a impedir que surjan iniciativas exitosas desde lo local. Lo que vendrá luego de que estas contingencias pasen dependerá en gran medida del impulso de la movilización de los recursos regionales y locales.

Un entorno extremo

El país se desenvuelve en un entorno extremo con más de seis años de crisis depresiva, en un estado de inestabilidad económica entre inflación galopante e hiperinflación, con una secuela de muchos años de destrucción institucional, bajo asfixia regulatoria y a la salida una pandemia, muy a pesar de esos eventos que incitan todo un potente imaginario especulativo de desesperanzas, algo hay que hacer y ese algo es el que hemos colocado en la mesa de lo regional y lo local con base en las oportunidades que se nos ofrezcan al alcance de nuestras posibilidades. Es el enfoque de las “hélices y anclajes” como aproximación para un despliegue desde la misma localidad hacia el bienestar.

Una regularidad se observa en todas las experiencias iberoamericanas a pesar de sus diversidades y contextualización en entornos diferentes que hacen de cada una de ellas casos únicos: las pequeñas y medianas empresas son las que mejor soportan las crisis y se fortalecen desde la adversidad. No son las grandes empresas que acumulan la fuerza de la resiliencia para mantener sus espacios y reestablecer las condiciones previas sino la flexibilidad y capacidad de respuesta de las pequeñas y medianas empresas para sobreponerse, acrecentarse y contribuir con el bienestar desde la propia crisis: es la anti-fragilidad y la innovación frugal; ellas producen más, lo hacen mejor con menos recursos desde la contrariedad.

Cuando se logra una fuerza de unión en la propia localidad entre los políticos, universidades, asociaciones, gremios y comunidades se ancla a la gente en su lar y las empresas en su territorio. Esa unión de criterios y sentido de propósito son las hélices que permitan un reequilibrio ante el gobierno central y sus regiones. Es un espacio de oportunidades que se abre a los pueblos en medio de la disrupción tecnológica, de la crisis de la democracia, de la pandemia, de la potencial quiebra de la biodiversidad y del fin de las ideologías. El mundo estará ante el dilema de la superación de los nacionalismos, del enclaustramiento para promover una gobernanza supranacional en la cual cada una de las naciones pueda someter al escrutinio y evaluación las consecuencias inevitables globales de sus actos individuales.

Las oportunidades

En nuestra región hemos observado, durante los últimos 23 años, de manera intensa el cierre de empresas, la reducción de la capacidad de producción en promedio de 10% a 15% de las que aun sobreviven, la fuga de talento y de recursos, en cada lugar y momento teniendo como trasfondo fundamental las malas prácticas de política económica, la devastación de la infraestructura física y eléctrica del país y la crisis de la democracia, y en menor incidencia, la mundialización, la disrupción tecnológica, el agotamiento de los recursos productivos.

Hemos considerado que el anclaje de los emprendimientos en el espacio local es crucial para el logro del bien común. Son las pequeñas y medianas empresas los núcleos de anti frágiles que mejor se sobreponen a la adversidad y se fortalecen desde ella misma. Metafóricamente, las hélices del desarrollo local muestran como evidencia, a lo largo de países como el nuestro, que el éxito territorial local guarda relación con un sentido de propósito común entre empresarios, políticos, universidades y sociedad civil, de manera que se aseguren los lazos del anclaje territorial del desarrollo con base en la fidelidad territorial (emprendedores), la lealtad al lugar (políticos), el empoderamiento (sociedad civil) y el compromiso (universidades).

En los estados Carabobo y Yaracuy hemos constatado evidencia sobre las capacidades de las pequeñas y medianas empresas para crearse espacios y fortalecerse desde un ambiente extremo de quiebra de la cohesión social. Hemos compartido nuestras experiencias en el apoyo a esas pequeñas organizaciones de sectores agro-pastoriles, alimentos, logística y salud privada.

En el seguimiento de los temas de gobernanza local pudimos constatar, desde antes de la pandemia, que hay lugares en el mundo en los cuales la relación entre emprendedores, políticos, sociedad civil y universidades ha sido la norma, en tanto que en nuestro medio las universidades autónomas claves en procesos de desarrollo local con base en “Hélices y Anclajes”  se encuentran bajo asfixia presupuestaria, en extinción y prácticamente ausentes en los procesos de desarrollo local.

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