Ciclo económico donde la innovación frugal es una obligación, cuando la displicencia sin propuesta y la anarquía son una irresponsabilidad populista.

Ciclo económico donde la innovación frugal[1] es una obligación, cuando la displicencia sin propuesta es una irresponsabilidad populista.

Desde que la prosperidad se anuncia hasta su clímax, son los tiempos de la macroeconomía de los ajustes fiscales, del manejo de la oferta monetaria y de la administración del tipo de cambio o de la armonización fiscal y monetaria a partir del nivel de medios de pagos internacionales que se disponga. En los rangos de proximidad de una inflación superior a dos dígitos con crecimiento económico se impone la práctica del equilibrio fiscal y la reducción de la oferta monetaria, en caso de una inflación inferior con algún signo de crecimiento cero o negativo se admite el déficit fiscal y la baja de las tasas de interés.

Dentro de esa trayectoria, desde la microeconomía, se supervisa de manera continua el marco regulatorio de modo que se mantengan los mecanismos de auto regulación de la economía y se proteja a la sociedad de la tendencia natural del mercado a presentar fallos. Ese seguimiento también debe someter el marco regulatorio a pruebas de impacto porque tanto los agentes económicos como quienes administran las normas tienen una propensión natural a socavar la eficiencia de la política pública en favor de sus intereses particulares a costa del resto de la sociedad.

Pero el alcance, de esos principios, tiene sus limitaciones en el tiempo y la inclinación al desequilibrio en economía se hace presente a la larga, dejando de lado su efectividad. A escala temporal mayor (largo plazo), la economía es dinámica, impredecible e incierta con propensión al desequilibrio, nadie sabe en qué momento las señales y signos de un estado de desequilibrio de largo plazo irrumpen.

Como “introito” a un tema difícil como el de la economía sin regulaciones, tan inconveniente como la intervencionista,  en nuestra visión del campo de la economía no existen leyes históricas, la economía se desenvuelve por desarrollos casi nunca previsibles[2]. Las tendencias no son leyes y deben ser explicadas, solo tienen significación prospectiva no predictiva, ni profética. Ni el pasado del hombre, ni el futuro tienen un sentido concreto, aun cuando en el presente existan propuestas y son imprescindibles. La historia juzga al hombre, pero no lo justifica. Lo que si podemos concluir del debate epistémico entre Popper y Adorno[3] es que el intervencionismo y libre mercado como dogmas son inconvenientes. Mucho del debate académico está pleno de dogmas pero, desde hace tiempo las hipótesis en economía deben responder más a su validación que a principios de fe de las escuelas de pensamiento que uno suscriba, llámense clásica, neoclásica, marxista, austríaca, neoliberal, keynesiana, institucional, heterodoxa o como se quiera.

Por factores generalmente difíciles de anticipar, llegan momentos donde tanto los mecanismos de ajuste macroeconómicos como los microeconómicos de vigilancia son incapaces de moderar el ciclo y todo lo contrario la sujeción de la política pública a la ortodoxia de la economía lejos de ser una solución pueden agravar más los problemas. Es el momento de la política y de la heterodoxia de la economía, de modo que conjugando la política, la economía, la historia y la psicología se pueda lograr la fecundación de una nueva visión compartida que asegure la confianza entre la gente y quienes hacen ejercicio de gobierno, es decir una redefinición de la gobernanza de modo que se catalice la única vía de superar una depresión: la innovación, hay que procurar que la destrucción de esos momentos sea creativa.

Las crisis son inevitables y en cierto modo necesarias para el desenvolvimiento económico, lo desfavorable es que las pérdidas sociales tienen a repartirse de manera desigual e injusta, porque quienes más la sufren son los países pobres con debilidad institucional. Es una regularidad en esos países la presencia del populismo cuya perpetuidad se fortalece con la debilidad institucional y puede eludir cualquier intento de reforma para la innovación transformándose en dictadura. Un descuido institucional de la democracia puede, en esos trances, provocar una involución y pérdida social ambas irreversibles. Pero, esos desastres en la periferia del mundo desarrollado hoy tienen menos posibilidades de perpetuarse porque el resto del mundo conoce que con pocos recursos la anarquía, el crimen, lo perverso pueden causar un daño letal para ellos en sus propios territorios.

Reiteramos, el momento actual es un momento político, económico, histórico y psicológico cuya superación requiere una cultura cívica fundada en la virtud y la liberación de la ingeniosidad social que conduzca a un enfoque de innovación frugal.

En nuestro país hay que ir pensando en un enfoque minimalista de la economía, esa inclinación cultural por el monumentalismo tiene que ser revisada a fondo, por ejemplo la salud y la educación necesitan más ideas, progreso técnico e innovación que infraestructuras costosas, poco armoniosas con el medio ambiente y totalmente desvinculadas de su rol como productores de bienestar y no dilapidadores del valor social, “small is beatiful”[4].

Son tiempos para la relectura de Amartya Sen , Joseph Schumpeter,  Ernst Schumacher, Viktor Frank, Nicholas Georgescu-Roegen, John Rawls, … es decir de la heterodoxia económica.

Para Venezuela la innovación frugal no es una opción es una obligación. El federalismo y lo local pasarán a tener un rol estelar en la vida mejor que nos espera si nos organizamos estratégicamente en favor de la reconciliación, la unidad y el cambio y no en querellas siniestras y anárquicas originadas al interior de los factores democráticos.

Francisco J Contreras M

http://www.prosprev.com
http://wp.me/pulKM-4tK


[1] Para indagar más sobre la innovación frugal recomendamos la lectura de nuestra lista de ensayos en: https://prosprev.com/venezuela-el-laboratorio-de-validacion-de-la-economia-conductual/

[2] Siempre habrá un algo que mueve la teoría en este caso una postura más próxima del racionalismo crítico que la dialéctica de Frankfurt.

[3] https://monoskop.org/images/5/5c/Adorno-T-W-Habermas-J-Popper-K-et-al-La-disputa-del-positivismo-1969.pdf

[4] Schumacher, E. F.; Small Is Beautiful: Economics As If People Mattered : 25 Years Later…With Commentaries (1999). Hartley & Marks Publishers (ISBN 0-88179-169-5)

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