En las puertas de los cuatro dígitos de inflación, los venezolanos «comiéndose un cable»

El índice de inflación de la Asamblea Nacional

Los medios han informado recientemente que, la Asamblea Nacional usando la misma metodología del Banco Central de Venezuela, pone al servicio del país el Índice Nacional de Precios al Consumidor de la Asamblea Nacional (INPCAN) [1]. Nosotros hemos venido utilizando como aproximación del índice nacional de precios, la variación del valor de la canasta básica del Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (CENDA) [2]. La correlación entre el INPC del BCV y la canasta básica del CENDA es de 97,82%. Como propuesta alternativa sugerimos que el lector utilice nuestra tabla de ajuste por inflación (https://prosprev.com/2014/04/29/tabla-de-ajuste-por-inflacion-de-venezuela-actualizacion/) y coloque, según su juicio, como indicador de inflación, bien sea,  a la variación porcentual de la canasta básica o, la variación del índice de precios de la Asamblea Nacional.

Todavía en el estrecho de Mesina

La canasta básica durante los últimos meses muestra un comportamiento de alza continua, revelando la dualidad los signos del desorden económico e institucional de Venezuela: entre la hiperinflación y una fuerte recesión. Es un estado de postración cuya característica es la caída de la actividad económica y la pérdida de empleo formal. Nosotros estamos en una situación de recesión desde el año 2014, el PIB (indicador de crecimiento económico. producto interno bruto) ha disminuido en -3,89% en el 2014, en -5,7 en el 2015, -10% para el 2016, se anticipa igualmente un -9% para este año 2017 (fuente: Banco Mundial). Este lapso debería mostrar una desaceleración de la inflación; pero, la expansión monetaria, los ajustes de los costos y gastos laborales inducidos por los ajustes de salario mínimo y de cesta ticket anticipan unas nuevas sacudidas inflacionarias. No se puede contener la inflación en un contexto de aumento de la base monetaria, de alza de los costos laborales en medio de la asfixia regulatoria con una insuficiencia estructural de divisas.

En los predios de Caridbis: la resaca inflacionaria

Dos eventos podrían inducir un repunte inflacionario, el primero, la decisión inevitable de emitir más moneda y billetes por parte del Banco Central de Venezuela y, el segundo, los impactos de costos por descapitalización del aparato productivo (mantenimiento inadecuado por falta de partes y suministros) y bajo uso de capacidad instalada (baja absorción de costos fijos). Un cuadro verdaderamente incierto.

Desde el mes de mayo 2016 se presentía, como inductor de la crisis económica de Venezuela, el fenómeno creciente de la recesión frente a la inflación extrema (para leer nuestros argumentos se ofrecen estos enlaces: «Desafíos de la escasez, el estancamiento y la inflación de costos» y «Entre los embates de la inflación y la arremetida recesiva«). Seguimos entre dos males que de manera implacable se reflejan en una escasez abisal y una brutal inflación que desmejora cruelmente la calidad de vida material y emocional del venezolano. Si tomamos como referencia la reducción de la capacidad para importar y el efecto se distribuye de manera proporcional entre cada venezolano, el impacto sobre el bienestar, en términos de reducción de sus gastos. Un grupo familiar clase media está vistiendo con las prendas de vestir que adquirió para diciembre del 2014, la antigüedad de su vehículo debe estar sobre los ocho años, y ya no le puede brindar un buen mantenimiento, ni pagar la prima de seguro. Es decir apenas cubre la canasta alimentaria.

El contexto recesivo, puede replantear la situación, ceden las colas, los mercados de bienes de consumo final aparentan estar algo mejor dotados, pero los productos regulados siguen sujetos a racionamiento, ya no son tan rentables para sostener la actividad denominada en nuestro país «bachaqueo». Ya el dinero no es tan abundante como para pagar el precio que sea por los productos regulados en los mercados negros. Se presenta el dilema del intercambio de males, entre la contención parcial de la inflación a cambio de desempleo y de pobreza extrema, lo cual equivale a mayor inseguridad, riesgo de motines y saqueos. La inflación valida la hipótesis de la naturaleza monetarista del fenómeno, pero refuta que su contención monetaria se convierta en crecimiento y mucho menos bienestar. El verdadero problema y esencia de todos los males es la precariedad institucional del país; sin contrabalances de poder no es posible una gobernanza que impida la extracción de rentas por parte de quienes administran la cosa pública y de sus allegados. La asfixia regulatoria y los incentivos perversos (la mala política pública) son un negocio muy rentable por algún tiempo, pero no para siempre. En Venezuela el boom petrolero lo permitió en el pasado, ya no es posible y quizás más nunca. Nos encontramos entre Escila y Caribdis, porque los males que hemos relatado, no se sustituyen plenamente uno con el otro, son una danza entre la contención monetaria y su relajo, en función de una política económica prendada de populismo y maquillada de ideología, cada vez más destructiva de las capacidades del país.

En economía hacer predicciones a partir de series históricas es un atrevimiento, no hay manera de conocer de antemano el valor de ninguna variable resultado, pero sí es importante hacer ejercicio de reflexión a partir del tratamiento estadístico de los datos del pasado. La determinación de la inflación real tampoco es posible en nuestro país, pues existe un control de precios y de tasa de cambio, lo que significa que parte del impacto sobre los precios se diluye bajo forma de escasez, colas y aparición de mercados negros. Por otra parte, el gobierno no publica información más allá de diciembre de 2015.

Tomando algo de distancia de Escila: de la hiperinflación a la inflación extrema o galopante

La canasta básica puede servir para evaluar el deterioro del poder adquisitivo de la gente, el aumento de la canasta básica acumulado durante los últimos doce meses en 431 % desde enero 2016 a diciembre 2016, nos muestra el descalabro del poder de compra del venezolano, imposible que algún trabajo o emprendimiento formal haya podido mejorar en esa proporción, hay que hacer énfasis en la palabra «formal», pues si quienes están en el sector formal jamás pueden superar ese deterioro del poder adquisitivo, a algún lugar deben ir a parar los que unos pierden, ese lugar es la de la economía paralela, negra e informal donde no se agrega ningún valor a un bien o un servicio.

Quienes se benefician de la administración de la escasez, ofreciendo puestos en las colas, productos sin hacer búsqueda, ahorro del desgaste y penurias en tiempo perdido, no agregan ninguna transformación en los bienes y servicios transados, todo lo contrario, muchas veces están vencidos, dañados por manipulación indebida e incluso adulterados. Estamos en un sistema perverso de incentivos derivados de la asfixia regulatoria que beneficia a unos pocos cuyos vínculos con los administradores de las regulaciones no puede ser negado.

Estamos bajo una variante de la hiperinflación, cuya retroalimentación es diferente a la clásica, la cadena de transmisión del fenómeno, se recrea a través de:

  • Primero: la expansión secundaria de la oferta monetaria -velocidad con que cambia de dinero de manos en poder del público; y entre el público y el sistema bancario- no permite descanso, ni tregua para cambiar de inmediato el dinero por bienes y servicios, si es que se consiguen haciendo cola o siendo víctima de esa otra economía infernal llamada «negra».
  • Segundo: la existencia de una poderosa economía paralela, -negra- que licúa todo en su favor, transfiere el poder adquisitivo desde lo que resta de la renta petrolera y del sector formal, hacia quienes poseen poder político para administrar la asfixia regulatoria que se impone como política pública. En esa economía sólo aparece visible la punta del «iceberg», el llamado «bachaquerismo» que sirve de fachada a un sistema de perversión que se deriva del propio poder, esa actividad sólo es posible con complicidades y corruptelas de una economía sometida a todo tipo de controles, imposibles de cumplir, pero susceptibles de asegurar la apropiación indebida de renta.
  • Tercero: el mecanismo antifragil más eficaz para el populismo salvaje, es el manejo de la contención y expansión monetaria a discreción según la coyuntura política, es la forma que permite al gobierno diluir en la mente del consumidor la fuente del mal, la gente presa de las emociones descarga las «culpas» en quien le vende los bienes y servicios, de modo que el régimen siendo responsable puede quedar como el salvador de la patria. 

En la aproximación ortodoxa de la economía, se supone la existencia de hiperinflación cuando se superponen la emisión inorgánica de dinero con una secuencia de aumento de sueldos y salarios, que se alimentan a sí mismos, y dan lugar, a aumentos sostenidos y continuos de tres años con más de 100% de inflación o un año con inflación sucesiva de 50% por mes.

Canasta básica de los últimos doce meses (los valores correspondientes a los meses desde septiembre a diciembre son predicciones)

¿Qué pasaría si se mantienen las condiciones actuales?

No hay manera de hacer pronósticos sin errores de predicción, pues cada momento es en cierta manera único e irrepetible, pero hacer una reflexión, sobre el posible curso de los acontecimientos, es válido y puede hacerse con fundamentos. La inflación es un fenómeno monetario derivado de las malas políticas públicas de los gobiernos que crean condiciones de emisión inorgánica de dinero, o de destrucción de la organicidad del mismo, al provocar la caída de la actividad económica productiva. De esta manera podemos asumir la premisa de que, si un gobierno insiste en sus prácticas históricas, se puede utilizar la información estadística del pasado para establecer rangos de comportamiento de la inflación, es el tipo de evaluación que haremos a continuación.

Sometiendo esos datos al escrutinio econométrico, uno puede anticipar al cierre del 2017, entre 568% y 3.012%, con un valor medio de 1.085% (el pronóstico de los especialistas es 2.330%), es conveniente preguntarse hoy:

  • ¿Cuántas familias con un grupo familiar promedio de cinco personas, pudieron alcanzar un ingreso mensual de Bs. 2.938.277 al mes de agosto, para adquirir sus bienes y servicios, en mercados populares y en los oficiales?,
  • ¿Cuántas familias resultarán excluidas, si al fin del año 2017, esa canasta básica escala entre un mínimo de Bs. 4.964.049,82  y un máximo de Bs. 23.140.440,65?

La indagatoria no debe ser considerada como profecía, consulta ante el oráculo de Delfos, orientaciones de un consejo de sabios, es una realidad inminente, es un casi presente, estamos tocando las puertas de Hades. La fuerza devastadora de esta poderosa y organizada economía negra tiene sus orígenes en el sometimiento de los poderes públicos a una ideología fundada sobre la desconfianza y la polarización, donde unos pocos poderosos han creado reglas, al mismo tiempo que son los encargados de administrarlas e interpretarlas conforme con sus propios intereses, estamos ante un drama que no admite más retrasos en la consecución de un Plan de Reformas Económicas e Institucionales.

¿Qué puede acontecer?

Bajo el supuesto que el comportamiento de la inflación y el contexto económico siguieran una trayectoria similar a la del pasado reciente, sin juicio de valor de parte nuestra, el tratamiento de la data real histórica con aplicaciones econométricas, nos arroja los resultados que mostramos a continuación. Cada mes se revisa y se ajustan los valores, los especialistas han anunciado 2.330% de inflación para el año 2017, lo cual hace ver las predicciones de los modelos econométricos como muy bajas. Sin embargo, los expertos, el año pasado, pronosticaron 790% y cerramos con 431% (inflación medida como variación del valor de la canasta básica) al cierre de diciembre de 2016, que fue, más o menos, el nivel anticipado por los modelos. para enero de 2016. No hay publicación oficial sobre la inflación, hemos tomado como «proxy» la variación de la canasta básica del CENDA que guarda una similitud de 97,82% con el INPC.
Nadie conoce, ni existe herramienta de predicción libre de errores, el futuro escapa, como albur, al limitado conocimiento de la economía. El futuro es impredecible, en economía más, ya que la gente puede asumir comportamientos que afectan el contexto de evolución de las variables económicas. Esta es una herramienta de trabajo, no de augurio sobre el futuro.


Notas

[1] http://www.finanzasdigital.com/2017/02/asamblea-nacional-publicara-propio-indice-inflacion-degun-metodologia-del-bcv/

[2] http://cenda.org.ve/metodologiacatcbt.asp


 

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