Una hoja de ruta prospectiva
Aludimos una heurística orientada hacia el diagnóstico de las posibilidades que tenemos para darle espacios y alternativas a la propuesta con sentido de propósito del proyecto vital de cada uno, sea como individuo, familia, grupo, organización o gobierno.
La hoja de ruta es diferente de las predictivas sobre lo que acontecerá con las variables que más nos premian, y también de las normativas sobre lo que suponemos debe ser la guía de acción de los demás. Nuestra propuesta se formula en términos de la esperanza objetiva derivada de una exploración del entorno cercano sin neutralidad, pero con imparcialidad. Los problemas no se pueden resolver sin antes comprenderlos bien.
El entorno mundial cercano
La acción humana, en su propia escala, ha acelerado el orden espontáneo de la naturaleza. Tener tan cerca el pasado y tan incierto el futuro es una condición que remite, a la gente y a quienes poseen capacidades para influir en ella, a la exploración de explicaciones a partir de teorías y experiencias de un pasado cuyo contexto de validez es totalmente diferente al de hoy. Esa búsqueda promueve acciones que lejos de resolver problemas los agrava, porque recrea en las masas la desconfianza y el sentimiento amargo de que otros son los culpables de su desdicha. Este modo de actuar alienta en cada uno la detestación hacia los demás, contra las instituciones, contra la política. En ese imaginario nadie escapa a la sospecha de ser conspirador de supuestos proyectos ideológicos que ya no existen.
El pasado como problema nos delega costos en el presente porque la certeza del momento privilegia el logro inmediato ante la indeterminación del futuro, esta realidad es histórica en la conducta humana. Como la opinión se recrea en el instante y la ciencia en el tiempo reflexivo, en la escena prevalece el frenesí de las emociones en las redes, se instaura un desbalance entre el corto plazo y el largo plazo favorable a la opinión y se arroja sospecha hacia las capacidades de la ciencia para resolver dificultades. Hay una sobrecarga informativa que excede la capacidad limitada de procesamiento del individuo, lo cual amplifica los efectos disfuncionales de la tergiversación voluntaria o interesada de la realidad.
Muy a pesar de la constatación en el presente de los daños ambientales, económicos, sociales y sanitarios ocasionados por decisiones tomadas en el pasado, bajo el peso de lo inmediato y de lo mediático, aun así, el desbalance entre el corto y el largo plazo en lugar de cerrarse ha aumentado riesgosamente. La premura con la cual se enlazan los procesos políticos y los derivados del mercado y su rezago ante la dinámica social comprometen a la democracia cuando prevalece el nacional populismo que encierra hacia adentro a los países con poder e influencia sobre el destino mundial, es la paradoja en un mundo definitivamente sistémico e interrelacionado.
Lo desconocido crea temor y la conciencia de ello para el manipulador lo transforma en mercancía para producir miedo o terror, mercancía vital para quienes detentan y desean perpetuarse en el poder, pues engendra el encerramiento hacia adentro del nacionalismo populista como patología social. El tiempo de los acontecimientos sociales se ha adelantado al tiempo de la acción política reflexiva.
Sin embargo, la trama civilizatoria es sistémica, ninguna nación escapa a los eventos importantes que acontecen en cualquier lugar del planeta, de modo que estamos en presencia de un mundo interrelacionado. Los temas del ambiente, de las comunicaciones, de la economía, de la salud, de la protesta en las calles son incontrolables y afectan a todos. Detrás de ese estado de conflictividad está el sufrimiento de una mayoría silenciosa con escasa capacidad para sobreponerse a las vicisitudes.
Desde hace más de ochenta años ni siquiera las superpotencias han podido alzarse con una victoria clara en todos los conflictos armados y tampoco las sanciones y exclusiones han permitido alcanzar los logros esperados. En estas situaciones, han sido los más vulnerables quienes asumen los costos. Las transiciones bajo polarización y conflicto hacia la democracia han sido realmente ruinosas e imperfectas.
La prospectiva de la esperanza
Mientras se desanda el camino para las soluciones permanentes y globales, la sociedad civil deberá ganar contrapesos frente a los gobernantes y a los actores con influencia y poder. La gente y los emprendedores están marcando la pauta de lo social frente a lo político que se ha quedado en rezago. Desde la base se ha aprendido a sobrevivir sin gobierno ni representatividad.
Las claves para una acción razonable se deben formular a través de un sistema de alertas tempranas que nos permitan una acción rápida y flexible en un ambiente frágil, sin causalidad lineal, angustiante con efectos colectivos e incomprensible. ¿En el caso de Venezuela cuáles son esas señales del camino que nos orienten hacia un destino?
Si se hace presente una gobernanza que realiza todos los esfuerzos para salvaguardar el poder adquisitivo sin reducir la competitividad ni alimentar la inflación: bancarización con un sistema de múltiples monedas. El control de la emisión irresponsable de dinero no debería conducir a una crisis recesiva, especialmente en la agricultura y las PYMES.
Si tanto el gobierno como los actores con poder e influencia buscan claros consensos en la promoción de la competencia para una mejor efectividad del mercado sin ralentizar los incentivos y el cuido de una transición ecológica.
Si percibimos claras señales de alicientes para reestablecer el equilibrio entre la gobernanza pública y la acción de las empresas que puedan limitar las desigualdades, la exclusión social y las injusticias.
Si como país participamos y nos comprometemos en la lucha contra el cambio climático, la degradación ambiental y en el cuido de la biodiversidad. Porque son sin duda las inversiones acopladas con la transición ecológica las que sufrirían.
En el espacio de nuestra actuación académica (docencia, extensión e investigación) y de nuestra actuación profesional hemos alentado a la gente y a las organizaciones al seguimiento mensual del comportamiento de unas pocas variables macroeconómicas: base monetaria, liquidez monetaria, reservas internacionales netas, precios y exportaciones de petróleo, tipo de cambio paralelo y el promedio oficial. Mensualmente incorporar las dos presentaciones del índice general de precios – el de la Organización Venezolana de Finanzas (OVF) y la del Banco Central de Venezuela (BCV-.
Como modelo de negocios hemos realizado prácticas orientadas por los modelos de negocios de la antifragilidad, la innovación frugal y la identificación de espacios donde la rivalidad pierde sentido.
El seguimiento microeconómico lo efectuamos con análisis de sensibilidad de precios y costos con frecuencia semanal.
En virtud de la abrumadora e intensa invasión de información inútil, tergiversada y tendenciosa ante cada presunción de explicación de cualquier evento hay que validar la pertinencia, certeza y la causalidad de este para excluir cualquier correlación espuria, variabilidad sistémica o comportamiento inercial instantáneo producto de tensiones emocionales.