Venezuela: entre la evidencia de una recuperación y la tergiversación de la realidad

La cultura de estos tiempos parece asentarse en el principio de que las personas actúan y se sienten más atraídas por lo que creen que por lo que realmente muestra la realidad. Hay una insensibilidad social hacia la verdad, a modo de ejemplo, asombra la proliferación de «fake news» sobre la invasión de Ucrania.

Quizás en lugar de un espejismo estemos en presencia de un milagro agrícola, en todo el mundo la agricultura recibe ayuda y protección, en Venezuela con problemas de seguridad, escasez de insumos, con asfixia regulatoria y sin financiamiento, quienes trabajan en el campo, como se dice coloquialmente a pulmón propio, están siendo la esperanza objetiva del país.

Sin embargo, lo mediático privilegia en nuestro lar la insensibilidad social hacia la verdad, de modo que muchos le dan la espalda a la realidad, la tergiversan y prefieren tan solo referirse al lujo y la pompa que una minoría exhibe en algunos lugares de las urbes del país.

Desde la perspectiva de la economía se aguarda un mundo sin turbaciones críticas, de fácil entendimiento mediante formulaciones estadísticas. Se presume un mundo que nos enseñe a esperar lo deseado y a actuar conforme con la esperanza de que la gente se alinee con lo anhelado y sus actuaciones conviertan las conjeturas en profecías auto cumplidas.

No obstante, hay acercamientos no convencionales en el campo de la economía que representan un avance cuando asumen a los procesos civilizatorios como resultado de la interacción dinámica entre lo económico, lo ambiental, lo político y lo social. Al comprender que los ecosistemas y nuestros sistemas económicos y sociales están interrelacionados, se podrían evitar acciones con posibles efectos contraproducentes para nuestro bienestar a largo plazo.

Los nuevos enfoques también pueden servir a quienes detentan el poder o aspiran a utilizarlos en sus propios intereses. En lo social la intencionalidad, de quienes tienen poder e influencia, puede crear incertidumbre de manera voluntaria. Las transiciones entre el orden y el desorden a menudo ocurren de manera sorprendente e inesperada. Nuestras vidas son una demostración continua de esas circunstancias. ¿Quién pudo haber anticipado que un algo desconocido en Wuhan desencadenaría una pandemia como la COVID-19?

Como consecuencia de la insuficiente información pertinente y de la abrumadora existencia de la no relevante, con impacto sobre las emociones de la gente, para cualquier evento es imposible conocer las condiciones iniciales, con suficiente detalle, para predecir un resultado final. Incluso los errores más leves en la medición del estado de un sistema complejo son susceptibles de amplificarse drásticamente, haciendo inútil cualquier predicción.

Dado que es irrealizable la medición de los efectos de todas las acciones humanas, la predicción rigurosa a largo plazo siempre será inverosímil. Un sistema complejo puede dar lugar a trayectorias muy diferentes y autónomas en el curso del tiempo. Ejemplo: la demolición del sistema de educación superior de Venezuela puede significar el surgimiento de una nueva manera de concebir la educación no convencional.

Hay diferencias entre las turbulencias naturales dominadas por patrones del azar y las sociales que suman azar e intencionalidad de sus actores con poder y urgencia en sus actuaciones. Las turbulencias sociales provocadas voluntariamente pueden o no dar lugar a patrones similares en diferentes escalas con un potencial creador o destructivo casi infinito.

La recuperación agrícola de Venezuela entre la evidencia y la tergiversación de la realidad

Desde la lejanía y la contemplación pareciera que existe un país (Las Mercedes en Caracas, las zonas de restaurantes y bazares de ostentación y boato de las grandes ciudades) al cual hacen referencia expertos e «influencers» para extraer conclusiones que constituyen una distorsión de realidad pues esos lugares no son representativos del país como un todo. Es un mundo desde el cual la leve recuperación económica del país es calificada como ilusión, espejismo o delirio sin ofrecer argumentos ni criterios de demarcación refutables y menos las evidencias de lo contrario.

El sector agrícola merece una atención especial estamos bien lejos de un escenario como el de 2012, sin embargo, desde el 2018 el sector agrícola ha crecido en un ritmo anual de 6,2% en 2018, 2,1% en 2019, 3,0% en 2020 y 4,5% en 2021.


Ilustración 1: Crecimiento del sector agrícola animal de Venezuela. Fuente: cálculos efectuados a partir de estadísticas publicadas en las siguientes instituciones FAO (www.fao.org) y FEDEAGRO (www.fedeagro.org).

Durante los dos últimos años el sector avícola merece especial atención pues el crecimiento observado es mayor que la media del sector agrícola-animal, en carne de pollo de más del 30% por año y en el de postura con más de 37% por año.

De sostenerse el crecimiento de la producción por mes, se prevé que para este año el consumo per cápita sea de 17,41 kilos de carne de pollo y 109,05 unidades de huevo por persona.


Las investigaciones hechas validan que se tiene una capacidad instalada para producir 120.000 toneladas métricas por mes de carne de pollo y 1.800.000 cajas de huevos de 360 unidades cada una por mes. Y de estas capacidades solo se está utilizando el 30,22 % en carne de pollo y el 35,05 % en cajas de huevos (Simón Leal en:
https://bit.ly/3qghuv9 ).

Otro mito para el sector avícola de postura es el de una supuesta inflación en $USD, desde agosto de 2019 hemos registrado las variaciones del tipo de cambio (740%), de los precios (41%) y de los costos (45%) de la producción de huevos, por lo que la tesis de una inflación en $USD para este sector es refutada por la evidencia.


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