Fragmentación e institucionalidad: la necesidad de un nuevo relato y de aprendizaje cívico.

Profesores-Manuel-Campos-Foto-Reuters_NACIMA20160404_0052_5Hemos afirmado que la democracia liberal se encuentra en una crisis de armonía entre las elites del poder y la gente, es lo que se observa de los recientes acontecimientos como lo son:

  • El resurgimiento del populismo
  • La pérdida de confianza
  • El nacionalismo
  • La posibilidad de un escenario de debilidad institucional

En nuestro caso no escapamos de esa crisis, lo que se presenta en economías avanzadas, en las cuales se posee más posibilidades de comprensión, en Venezuela se hace de manera fragmentada, deformada y distorsionada, por lo tanto con mayor impacto y con menor capacidad de respuesta. Trataremos en esta primera entrega lo que hemos denominado fragmentación e institucionalidad.

La crisis se presenta de manera fragmentada por lo siguiente: se hacen presentes hechos en los cuales hay una gran expansión de sucesos críticos económicos, políticos y sociales, los cuales se transforman en una variedad de eventos más pequeños que se encuentran aislados entre sí, por una matriz con propiedades cambiantes y diferentes a las del evento original. Por ejemplo, una de las manifestaciones del caos económico de Venezuela es la inflación, ese fenómeno no afecta por igual a todo el mundo, ni de igual forma en el tiempo, y según las circunstancias puede favorecer o no al sujeto decisor. De modo similar acontece con la inseguridad, una persona puede considerarse afectada en un momento y en otro escenario beneficiaria  de la misma. Dualidades morales que son terreno fértil para el populismo.

El venezolano actúa bajo condiciones de racionalidad limitada, sobre la base de relatos, dogmas, ideologías y teorías con diferentes niveles de conocimiento e intereses, esos componentes según las condiciones del entorno se intercambian en importancia. No es una ausencia de racionalidad maximizadora en la toma de decisiones, es que ella se acomoda en función de los componentes citados anteriormente.

La manera como los componentes socioculturales se comunican entre la gente, es decisiva para poder comprender los complejos problemas de incertidumbre a nivel individual, organizacional, nacional y mundial. Es la presunción de incertidumbre, y no la evaluación de riesgos, lo que caracteriza la toma de decisiones. Bajo condiciones de incertidumbre, la interpretación que hacen los individuos del entorno refleja su aprendizaje.

Estamos en presencia de una gran masa de excluidos en nuestra sociedad, excluidos pero con el poder del voto y con ventajas para el aprovechamiento natural del desorden, con un bagaje cultural y experiencias comunes diferentes a las de la clase media venezolana, y a su vez diferente a las de las élites predadoras que extraen renta de esa situación. Mientras no se realice un esfuerzo por comprender esa realidad, es difícil que tengamos éxito en el logro de un consenso sobre el país que queremos.

Hay rasgos comunes derivados del sufrimiento que genera el caos, que pueden concluir con desplazamiento del poder de esas élites predadoras, pero no hay confianza, ni un bagaje cultural y cognitivo uniforme, entre la clase media y el resto de la sociedad. Es condición necesaria que existan partidos conscientes del tema, que puedan homologar a nivel de racionalidad, esas aproximaciones socioculturales. Mientras no ocurra será difícil derrotar la demagogia y el populismo. Es una posibilidad que nuestros partidos en lugar de crear conciencia para sí, reproduzcan los males del populismo en su interior, ofreciendo imposibles como ha sido nuestra historia política. Es bien conocido en nuestros procesos electorales la promesa de una supuesta tarjeta de crédito para los pobres la cual se llamó «La negra».

La misma clase media se parece en apariencia, pero es escasa de cultura cívica y en espacios difusos comparte parte de la renta con las élites predadoras.


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