La fragilidad política de los factores democráticos
En la actualidad, las demandas sociales insatisfechas, en ausencia de una profundización de la democracia, han tenido como consecuencia que prevalezcan las pulsiones del resentimiento y del desvarío ideológico que anteceden al autoritarismo. Son eventos de estos tiempos que se constituyen en inductores del llamado “nacional populismo” que cuando encuentran arraigo en el comportamiento de las masas facilitan la llegada al poder de gente que luego desea perpetuarse en sus funciones, debilitando las instituciones democráticas de sus países.
El nacionalismo siempre ha estado relacionado con el autoritarismo y el uso de la fuerza. Es una patología que ha estado presente en su forma más inocua en los movimientos emancipadores de las excolonias de los imperios del pasado, en los brutales gobiernos fascistas, nazis y estalinistas, y ahora, como variante de la aspiración de identidad se propaga en cada lugar del mundo acumulado los males del pasado y del presente. Es la antesala del autoritarismo, de las dictaduras y del totalitarismo.
Es el caso de muchos países latinoamericanos, de Erdoğan, de Orbán, de Putin. Autoritarismo del cual han escapado hasta ahora Francia (La Pen), EE. UU. (Trump). Esa amenaza se ha fortalecido en el mundo de tal manera que hasta los propios estados donde prevalece el liberalismo se han copiado prácticas populistas e iliberales.
Desde los tiempos de Condorcet y de Tocqueville, la institución invisible más importante del sostén de la democracia es la confianza. Desde comienzos de este siglo, esa pérdida de confianza es la fuerza de la dominación de las “pulsiones” que se ejerce de tal manera que resulta casi imposible el ejercicio reflexivo, la tolerancia y el pensamiento libre.
El contexto geopolítico imperante amplifica esa crisis interior en cada país que deja en el abandono a las mayorías sufridas del mundo. La invasión rusa de Ucrania marca una ruptura. Es la intensificación de la disputa geopolítica entre potencias que defienden su modelo y su área de influencia con un nivel de conflictividad y de relaciones de fuerzas desinhibidas y de aumento generalizado del gasto en armas. El 24 de febrero de 2022, Rusia dio un nuevo paso al decidir someter por la fuerza a un estado que considera ilegítimo y amenazante. El evento tiene una importancia histórica con gran impacto sobre la seguridad en el mundo. La tensión se suma a las ya existentes en América Latina, Asia, África y Oriente Medio.
Al comparar las democracias de principios del siglo XX con lo que se convirtieron un siglo después, validamos el indiscutible progreso, en términos de derecho al sufragio, la educación de los ciudadanos y la capacidad de información. Siempre en debate, la democracia es un proceso y difícilmente logra ser un valor de exportación. Después de la caída del Muro de Berlín y la URSS, se habló del triunfo universal de la democracia política, unido a la universalización de la economía de mercado. Tres décadas después, estamos en presencia del regreso de los regímenes totalitarios. El panorama del progreso de la democracia se encuentra matizado por fracasos y retrocesos fuera del mundo occidental, lo que representa la mayor parte de la humanidad. La esperanza de una fuerza política en el mundo favorable al progreso democrático se ha disipado y acentúa la orfandad democrática en los países con severas deficiencias de institucionalidad.
Venezuela no es la excepción en su crisis actual de gobernanza, verbi gratia, salvo muy escasas opiniones, pareciera que el necesario debate sobre el gobierno interino en Venezuela ha devenido en una competencia de ofensas e improperios. En los diversos foros que animan las redes del país existe el deseo de una conducción política a través de un liderazgo virtuoso, algo parecido a Volodímir Oleksándrovich Zelenski quien decidió por su país desde dentro y no como le sugirieron la Comunidad Europea y EE. UU. Perdimos una buena oportunidad de mostrar, con el ejemplo, lo que es una buena propuesta de democracia en acción con contra balances de poder autónomos, transparencia, tolerancia, participación política variada y rendición de cuentas. Lamentablemente no ha sido así.
Durante los últimos 23 años ha sido demoledor el desastre de la economía venezolana, el Socialismo del Siglo XXI se percibe como una estafa política, pero sus promotores poseen un plan con sentido de propósito, así se considere su gobernanza autoritaria y perversa. Del lado de los factores democráticos sólo se observa una “canibalización” fundada en la ofensa y los improperios sin que aparezca una narrativa con sentido de propósito acompañado de una base amplia de apoyo social. En las zonas populares urbanas o rurales, la gente se encuentra tan defraudada del gobierno como de la oposición
Uno de los fundamentos de ejercicio del poder en democracia, es su transitoriedad, sujeta a periodicidad o si lo permite la norma sujeta a revocación. ¿Cuál es el límite para la defensa de un interinato?
@fjcontre35