La “DEG-monetarización” como alternativa para la superación de la “dolarización perversa” y de la emisión irresponsable de dinero

El dinero institución fundamental en el funcionamiento de un país

En nuestro medio, sea político, económico o académico, sobresale la incapacidad para diseñar un horizonte de país y la esperanza objetiva de cada uno sobre el porvenir. Prevalecen insultos, simplismo lógico, golpes bajos y visiones antagónicas intolerantes entre sí. Es la destrucción de la certeza necesaria para la concertación de acuerdos sobre la preservación de la vida, la salud, la economía y el ambiente.

Nos encontramos en presencia del desmoronamiento del constructo más importante para el funcionamiento de la economía: el dinero. Keynes escribió: “Lenin tenía, ciertamente, razón. No hay medio más sutil ni más seguro de trastornar las bases existentes de la sociedad, que envilecer el valor de la moneda.” (J. M. Keynes. The economic Consequences of the Peace. King’s College, Cambridge 1919, p.84).

El dinero en su expresión física evoluciona hacia su abstracción casi total, es decir, hacia una desmaterialización y hacia su complementación con otras formas de innovación monetaria como las “criptomonedas”. El surgimiento de un nuevo orden monetario es inevitable en virtud de la gran bifurcación civilizatoria de la humanidad que ha hecho del dólar americano un signo de pagos internacionales que cada vez muestra menos capacidad para la coordinación en un mundo de rivalidades políticas, económicas, sociales, religiosas,… Es válido recordar que, con la entrada en vigor del acuerdo de Jamaica, del Comité de Reforma del Sistema Monetario del FMI, firmado en 1976 y en vigencia desde 1978, el dólar de manera tácita continuó siendo el medio de pago internacional que garantizaba fluidez. Esa hegemonía del dólar se asentó en el poder político-militar y la superioridad tecnológica de EE. U.

Hoy ya no existen aliados o enemigos ideológicos sino asociados circunstanciales expuestos a los mismos desafíos globales. Ese contexto conduce a los dirigentes a promover o halagar a la gente en sus creencias fomentando la ilusión de una respuesta inmediata frente a los peligros. Es una encrucijada en la cual se nos exige organizaciones políticas con capacidades de asegurar un tránsito humano frente a la crisis de la democracia, la disrupción tecnológica y los desajustes ambientales. Es un nuevo umbral de la historia que puede permitirnos la realización como individuos y como sociedad más allá de la propia acción gubernamental.

Entre un discurso populista “anti-elitista en nombre del pueblo soberano”, y un conjunto de ideas iliberales o de visiones moralizantes de la política que tan solo se aceptan a si mismos como contrapartes legitimas, hemos desembocado en una gobernanza cruel y ruinosa cuyo soporte fundamental lo constituye la emisión irresponsable de dinero (https://wp.me/pulKM-4UB) y la asfixia regulatoria (https://wp.me/pulKM-4V7 y https://wp.me/pulKM-36c).

La «DEG-monetarización como alternativa

Se observan los signos de una coyuntura mundial que presagia la recuperación mundial (https://bit.ly/2UdovQu) en un menor tiempo que el estimado por las profecías de los expertos. Unos tres años de transición con inflación media interanual de 3-5% que privilegia la estabilidad económica enfocado en el empleo en EE. UU., en la estabilidad de precios en la UE-Japón y el control de impacto ambiental en China.

El dinero en su expresión física evoluciona hacia su abstracción casi total, es decir, hacia una desmaterialización y hacia su complementación con otras formas de innovación monetaria como las “criptomonedas”. El surgimiento de un nuevo orden monetario es inevitable en virtud de la gran bifurcación civilizatoria de la humanidad que ha hecho del dólar americano un signo de pagos internacionales que cada vez muestra menos capacidad para la coordinación en un mundo de rivalidades políticas, económicas, sociales, religiosas,… Es válido recordar que, con la entrada en vigor del acuerdo de Jamaica, del Comité de Reforma del Sistema Monetario del FMI, firmado en 1976 y en vigencia desde 1978, el dólar de manera tácita continuó siendo el medio de pago internacional que garantizaba fluidez. Esa hegemonía del dólar se asentó en el poder político-militar y la superioridad tecnológica de EE. UU

El sistema monetario internacional representa un desafío global para la búsqueda de un acuerdo multilateral que reduzca la brecha entre las capacidades destructivas del ser humano, de las instituciones públicas y privadas, en medio de una multiplicidad de sistemas políticos que pueden desembocar en una “desglobalización” destructiva de la necesaria “socialidad” mundial y de la armonía con el medio ambiente.

Existe la posibilidad de que los derechos especiales de giro (DEG) llenen ese espacio necesario de equilibrio dinámico como medio de pago, unidad de cuenta y reserva temporal de valor de las transacciones internacionales, es decir, como moneda universal. Los DEG son unos activos de reserva internacional de síntesis de las diferentes unidades monetarias con mayores capacidades para cumplir esas funciones. El valor de los DEG se determina a diario sobre la base de los tipos de cambio al contado observados alrededor de mediodía, hora de Londres, y publicados en el sitio web del FMI de la canasta de divisas conformada por el dólar, el yen, el yuan, el euro y la libra esterlina.

Eso significa para nosotros en Venezuela la posibilidad, como propuesta, de un sistema de reservas internacionales que dejaría de estar fundado en el dólar USD y se transformaría en un dispositivo expresado y respaldado en DEG, con una paridad fija uno a uno, acorde con el nivel de reservas existentes en DEG’s, es una alternativa diferente a la “dolarización plena” con sus propiedades actuales, pero con las competencias para sostenerse en el mundo que llegará. Es una manera de compensar la volatilidad que se espera en el comportamiento del dólar y de las principales unidades monetarias del mundo.

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