El populismo como la mayor amenaza para el ejercicio del libre albedrío y para la existencia de la democracia

Un fantasma recorre Europa: «El populismo». Como siempre aparece la tentación de hacer paralelismos, al evaluar a partir de nuestra realidad venezolana un acontecimiento de un lugar con sólidas instituciones democráticas y donde las regulaciones se encuentran sometidas a evaluación previa de impacto regulatorio, que luego de la tormenta financiera, no todo será como antes pero no significa un remezón estructural como los que ocurren en nuestra bananera república. Nuestros analistas se desviven y angustian porque abrigan algún temor de que se repita nuestra historia en otros sitios, no será así pues con contadas excepciones en el mundo, hay instituciones, contrapoderes e inmunidad regulatoria.

La débil democracia venezolana se encuentra al borde de la desaparición definitiva, no porque se conformó una ideología comunista, socialista radical que copa todos los espacios del poder, es así porque el populismo forma parte de su existencia y es la única manera a través de la cual que ese comunismo y ese socialismo radical pueden asegurarse su perpetuidad en el poder. No son los argumentos ideológicos sólidamente constituidos sino el recurso altamente efectivo del «populismo» la mejor herramienta que los comunistas y socialistas radicales han tenido para perpetuarse en el poder.

El flanco más vulnerable de la democracia se puede encontrar en su propia etimología, demos (dḗmos) que es pueblo y cratos (krátos) que es poder, gobierno del pueblo y para el pueblo, el problema es que el pueblo puede no tener razón en su aproximación de lo que más le conviene, y no solo eso, es que ese pueblo con sus decisiones podía afectar al futuro del mismo pueblo y de los que serán pueblo sin haber sido consultados, pero la fuerza de estar bien con todos y ofrecer lo que todos quieren, así sea imposible y la gente lo sepa, es una atracción demasiado fuerte como para no ser seducido, se requeriría un nivel de consciencia económica y de cultura cívica muy grandes para no ceder a la tentación.

En su origen el «Factio popularium» partido de los del pueblo posee la ventaja de poder lanzar a diestra y siniestra el llamado de la falacia más poderosa de la humanidad la conocida «ad-populum», como la mayoría lo dice, lo cree o lo siente es verdad, la historia está llena de trágicos errores cometidos por el pueblo en sus elecciones, Hitler, Stalin, Trujillo, los Castro, nuestra propia realidad dicen que no fueron ellos el origen sino el masivo apoyo que recibieron del pueblo.

La única cura que existe y no es perfecta radica en la tarea apostólica de los partidos políticos en promover la educación de su pueblo en cada instante de manera permanente, sobretodo cuando ejercen transitoriamente el poder en una nación. Sea la ideología que sea, la peor amenaza para el futuro se encuentra en el populismo, en ese afán de creer que puede haber prosperidad repartiendo sin producir, cuando se reparte sin producir sobreviene la ley de la selva, esa suerte de tragedia de los comunes de «aprovecha ahora que mañana ya es tarde» que termina en la ruina económica, social y moral de un país por muchos recursos naturales que posea.

Llama profundamente la atención que cada vez que se presentan las imágenes de Siria, del terremoto en Ecuador, de las muertes en una discoteca de Florida, de la masacre de Bataclán, y así y así, nuestros medios y analistas saltan de sus asientos, olvidan nuestra propio calvario que quizás sea peor que los acontecimientos de otros lugares. En consecuencia no debe llamarnos la atención cuando en la OEA, UNASUR, en fin en los foros internacionales, no se consideran nuestras quejas como algo importante para el mundo.

 


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