Sobre el declive de occidente y el ascenso de China: una nueva manera de vivir exige una nueva manera de pensar

La exploración del futuro desde sus huellas en el presente probablemente será fuente de desacuerdos pues los modos de evaluación que prevalecen al momento se asientan en teorías exitosas para la auscultación del pasado, pero inútiles en un presente cuyas características y mecanismos de respuesta son bien diferentes a los de otros momentos (es como atacar la pandemia con penicilina). A todo ello, se suma el simplismo lógico de considerar al mundo bajo una supuesta amenaza comunista, de conspiraciones y complots, cuando estamos en presencia de tragedias con connotación mundial, derivados del enfrentamiento entre las potencias mundiales, pero también con una gran responsabilidad cívica de la gente de esas fronteras de miseria humana, verbi gratia, el ascenso al poder en nuestro país del estilo de gobernanza autoritaria fue responsabilidad de una mayoría de venezolanos que votaron por ese modelo en búsqueda de una solución inmediata a sus problemas.

A la pandemia de la Covid-19 en su tercera fase se suma la conflictividad entre China-EE. UU.-Rusia-UE, es una intensificación de daños cuyos efectos recaen sobre los más vulnerables del mundo. La hegemonía compartida que está en vías de surgimiento se ha precipitado con la reducción de la brecha civilizatoria entre China y EE. UU. Dos eventos han adelantado el declive de EE. UU., el primero, por los cuatro años (2017-2021) de retroceso en la alineación de una estrategia multilateral de liderazgo mundial para el reforzamiento de los principios de la democracia occidental y, segundo, por el advenimiento de la primera crisis mundial ambiental con el surgimiento de la COVID-19 ante el cual Asia del Este ha podido minimizar los impactos e incluso crecer. Hurgar respuestas en el pasado creyendo que la realidad de las grandes potencias es la misma de hace 10-15 años es un error sobre todo en el caso de China y de Asia del Este.

Observando el violento choque social creado por la pandemia, evaluaremos cuatro aspectos: salud y cambio climático (ambiente), riesgos financieros y deuda (dinero), la economía real y la digital (energía, materia e información), democracia y multilateralismo global (convivencia social).

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