¿Qué es la asfixia regulatoria?
Se refiere a la imposición de un gran número de leyes, decretos, normas, y reglamentos confusos e incoherentes entre sí. Esa ausencia de transparencia y comprensión de la normativa conduce a la irresponsabilidad social y provoca un sentimiento de confusión y frustración, ya que los ciudadanos no pueden ejercer sus derechos y libertades. El resultado es un debilitamiento de la democracia, pues la gente es impedida para comprometerse e implicarse en los procesos políticos.
¿Cuáles son sus efectos?
Se recrea una cultura de banalización de la arbitrariedad, pues no existe forma de decidir de manera consistente, cuando las normas se contradicen unas con otras. La administración de la justicia deja de estar sujeta a la razón jurídica y pasa a ser un asunto de imposición por la fuerza a través del sometimiento de los poderes públicos. Un sistema de asfixia regulatoria deja al ciudadano, en una condición inevitable al margen de la ley, debido a normas de imposible cumplimiento.
El estadio superior de este sistema se alcanza cuando los poderes públicos pierden su autonomía e independencia. Se desordena el comportamiento moral y las inclinaciones prosociales de la gente. Al final terminan sustituidos por conductas que alientan lo contrario. Es así como se crea un conjunto de incentivos que perturba el funcionamiento del mercado, por lo que la creación de valor que se produce es precaria y se alcanza con un gran nivel de desigualdad e injusticia social.
¿Por qué sus efectos son más intensos en naciones con fragilidad institucional?
En los países con instituciones vulnerables y economías frágiles, los organismos públicos funcionan de forma precaria debido a la falta de ingresos fiscales. Esta insuficiencia puede atribuirse a la prevalencia de la corrupción y la ineficacia de los sistemas de recaudación. Esa fragilidad impide que se logren hacer cumplir las regulaciones con probidad. En consecuencia, los organismos públicos no pueden brindar servicios esenciales a los ciudadanos. Entre ellos asistencia sanitaria, comunicaciones, educación, infraestructura y seguridad.
La justicia y los servicios públicos se mercantilizan, es decir, no responden al marco legal existente sino a pago de ellos en un mercado informal subterráneo. Las remuneraciones oficiales de los funcionarios públicos, los equipos y herramientas que utilizan y hasta la propia infraestructura física donde laboran se financian a través de un reparto oculto de la renta que se extrae a los ciudadanos por cualquier gestión.
En este contexto, renovar un documento personal hasta pagar los servicios públicos o solicitar una conexión telefónica o eléctrica, requiere un montón de burocracia. Se puede obstruir hasta la más simple de las actividades de la cotidianidad, lo que sea; es tanta la cantidad de trámites que las cosas más sencillas de la vida, se tornan casi imposibles.
Si se hace dominante la cultura de la postración, la gente hará cola para resolver sus problemas, se alineará con el gobierno y acabará apoyándolo. Así mantienen la esperanza de que puedan convertirse en gestores de la escasez con éxito, en los linderos de la ley, pero dentro del sistema social imperante. Es este desorden el que constituye el mecanismo anti frágil del populismo, pues se disipan las responsabilidades y todo parece difuso.
Cuando el sistema está trabajando en las últimas, con un personal mal remunerado, con unas pésimas comunicaciones y fallos de todos los servicios, la plataforma creada para resolver problemas lo agudiza. De modo que se recrea un espacio donde convergen las necesidades de quien requiere un servicio con urgencia y un sistema arruinado.
¿Qué consecuencias económicas refuerzan el desorden institucional?
La asfixia tiene un aspecto adicional a través de la depredación fiscal, en la que la presión tributaria, es tal, que admite pocos costos y gastos deducibles como base de cálculo de la renta. Es el absurdo económico nunca visto en tiempos en los que el gran número de las erogaciones de un emprendimiento son intangibles e indirectos.
Si un país se administra con un sistema dual monetario donde la unidad de curso legal solo es considerada para efectos de cálculo del presupuesto fiscal y el resto, público o privado, lo hace en divisas, se recrean incentivos perversos. En este caso de las fiscalizaciones dejan de guiarse por el espíritu de la ley y se realizan para extraer rentas de cualquier cosa que pueda ser juzgada de manera arbitraria por los funcionarios y las mismas instituciones reguladoras. De allí que el esfuerzo de control en el sistema se hace hacia los años más lejanos porque las multas y sanciones, al expresarse en unidad de poder adquisitivo constante en moneda extranjera, se elevan al máximo.
Los gobiernos populistas utilizan el marco regulatorio para reforzar su poder económico, político y el control social. Sin embargo, necesitan establecer orden en los mercados; a la larga, un contexto de incentivos perversos favorece a los extractores de renta, con poder discrecional e información privilegiada. Pero, perjudica su gobernabilidad. El riesgo de un gobierno con estas características puede inclinar la balanza de poder en favor de los extractores de renta.
¿Cuáles serían los signos de la superación de la asfixia regulatoria?
Primero, la transitoriedad de cargos de gobierno de carácter ejecutivo.
Segundo, el rescate de la autonomía, la independencia y la legitimidad de los poderes públicos.
Tercero, la reforma de las instituciones para evitar que el abuso de poder discrecional y de información privilegiada sirvan de medios de sometimiento social.
¿Qué hacer?
Primero, el país requiere un consenso amplio, activo y decisivo en la lucha contra la pobreza. Es clave el empoderamiento de los pobres y excluidos de modo que tengan oportunidad de liberar sus capacidades y rescatar su dignidad desde sí mismos y no por la venta de su conciencia a través de las dádivas y de la demagogia.
Segundo, es necesario formular de planes que ofrezcan una alternativa de país clara, convincente, consistente e inclusiva.
Tercero, el logro de un consenso con base en el talento humano más avanzado que posee la nación, desde sus centros de enseñanza superior y de sus academias científicas con apoyo internacional.
Referencias
Bowles, S. (2016). Moral economics: Moral and political foundations of the economy. Princeton University Press. ISBN: 978-0691171578.
Es una indagación sobre las bases morales y políticas de la economía. Bowles examina cómo los valores y las normas éticas influyen en el funcionamiento de los sistemas económicos.
Charillon, F. (2017). Guerres d’influence. Presses de Sciences Po. ISBN: 978-2724624602.
Es un análisis suscinto del concepto de “guerras de influencia”. Analiza cómo diferentes actores políticos y económicos luchan por obtener influencia y poder en la sociedad contemporánea
Fleury, C. (2010). Le courage. Éditions Gallimard. Rosanvallon, P. (2018). Les épreuves de la vie. Éditions du Seuil. ISBN: 978-2070440787
Fleury examina el concepto de coraje en este libro. Explora cómo el coraje puede influir en nuestra vida y nuestras decisiones, y cómo podemos cultivarlo en nosotros mismos.
Rosanvallon, P. (2018). Les épreuves de la vie. Éditions du Seuil. ISBN: 978-2021360936.
Rosanvallon aborda las “épreuves de la vie” en este libro. Examina los desafíos y dificultades que enfrentamos en la vida y cómo podemos superarlos y crecer como individuos.