Desorden monetario e incontinencia fiscal
Venezuela en la encrucijada, sigue creciendo la liquidez monetaria y se desborda el riesgo país. Una inflación incontenible, entre las más altas del mundo, soterrada por los controles de precios, cuya contraparte se manifiesta dramáticamente en colas y desabastecimiento. Esta es la parte visible de una profunda crisis con daños que no son fáciles de revertir en el corto plazo. Venezuela, es un país donde se piensa que con tan solo retórica e intenciones es posible resolver todo, es la anti economía en su máxima expresión.
Es lo que prevalece en el país, toda una vida viviendo a expensas de la renta petrolera dejó su huella en la mente de los venezolanos, es una cultura basada en la creencia de que el pensamiento sin acción y sin trabajo, lo puede todo con tan solo recurrir al erario. Así nuestros gobernantes se pasean por el mundo con el anacrónico discurso de que los males son producto del imperio, en un mundo atónito en el cual se pensará: ¿Cómo ha sido posible dilapidar tanto, en tan poco tiempo y de paso comprometer lo que existía? Son preguntas sin respuestas.
Las emociones pueden movilizar, pero solo una visión integral compartida de país nos puede salvar, hay que tener cuidado con medidas económicas aisladas que solo se fundamenten en los equilibrios macroeconómicos, esos equilibrios son las condiciones necesarias, mas no suficientes. Hay un camino largo que pasa por la reinstitucionalización del país, por la inclusión del saber microeconómico y de la economía del comportamiento humano en la política pública. Por lo pronto lo inevitable, un ajuste macroeconómico para el restablecimiento del equilibrio fiscal, para el control de la oferta monetaria y para la formulación de un esquema de ajuste cambiario. Son ajustes ineludibles, pero incompletos.
Venezuela es un país insólito, en cualquier otra nación una crisis económica como la que está aconteciendo ya se habría movilizado los actores fundamentales de la vida económica, política y académica para enfrentar la crisis. No es nuestro caso, las autoridades gubernamentales de hecho mantienen la misma posición de siempre frente a la debacle económica, la consideran es responsabilidad de otros, de una supuesta conspiración, y se utiliza toda la fuerza de los recursos del estado con el propósito político de descalificar cualquier opinión diferente a la suya.
En Venezuela la superación del desastre económico requiere el concurso y participación del resto del mundo. La actual práctica “iliberal-populista” del discurso político con base en la erosión de la confianza social y la descalificación del otro encarece cualquier propuesta de solución y promueve la perpetuación del autoritarismo. El país sufre una grave insuficiencia estructural de divisas, ahora ni siquiera las exportaciones de petróleo generan las mínimas necesarias para producir cualquier otra cosa en condiciones de competitividad, no hay sustitutos internos para las necesidades del componente importado de la manufactura venezolana.
Recurrir al crédito internacional es una tarea sumamente costosa para Venezuela, desde que el Sr. Nicolás Maduro asumió el poder, el riesgo soberano creció desde 1378 puntos en febrero del 2013 a 30.050,00 puntos, durante la primera semana de octubre 2020, por lo cual el Gobierno tendría un costo de deuda para créditos adicionales de 30.050,75 % (0,75 % tasa libre de riesgo del fisco estadounidense + 30.050,00 % riesgo soberano de Venezuela), es decir que esos recursos se tendrían que aplicar y generar un retorno superior a ese costo para poder pagar los intereses. No hay opción, en Venezuela tiene que mejorar la percepción de riesgo de los acreedores aceptando las condiciones que le impongan, básicamente: cesar la emisión irresponsable de dinero, restituir el equilibrio fiscal y modificar el mecanismo de ajuste del tipo de cambio. Es inevitable un ajuste estructural.
La mejor expresión de la incontinencia fiscal se percibe a nivel monetario a través de la cobertura económica de los medios de pago, en abril del 2013 la cobertura de las reservas internacionales a la liquidez monetaria era de 3,37 % a la primera semana del mes de octubre del 2020 es de apenas 0,000000031%, es un deterioro inmenso. Los gobiernos como el nuestro, que viven a expensas de la extracción de rentas, se les hace difícil sobreponerse a la tentación “iliberal” o populista de la emisión irresponsable de dinero, les resulta fácil aumentar el gasto público y difícil reducirlo.
Por otra parte, en muchos venezolanos está arraigada una cultura bajo la cual se piensa que el gobierno debe proporcionar todo sin contraprestación alguna, no es una racionalidad fundada en déjame emprender para yo resolver mi existencia por mi mismo.
Hay que tomar consciencia de que el deterioro de la infraestructura física, institucional y moral del país es de una magnitud tan grande que solo admitirá una recuperación económica y social firme, segura, pero pausada. Sí con una capacidad industrial de uso de no más del 15% hay un racionamiento intenso de electricidad y de combustibles, qué se puede esperar con un intento de recuperación del 25% de esa capacidad.
[1] http://www.stern.nyu.edu/~adamodar/pc/datasets/wacc.xls
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