La buena gobernanza no puede esperar

Si la Conferencia de Yalta, con Lósif Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, se hubiera difundido a través de las redes sociales de nuestro país, podríamos haber enfrentado un completo caos. En lugar de un debate constructivo, surgiría desorden y discordia, sin espacio para propuestas, más allá de quejas y enojo por una realidad percibida como insuperable. La posibilidad de una solución gradual se habría diluido entre la agitación, y la transición hacia una resolución sería casi imposible.

Las redes sociales tienen la capacidad de amplificar las respuestas impulsivas y promover opiniones extremas. En el contexto de la actual mundialización, esto puede conducir a un escenario donde las tensiones y la hostilidad reemplazarían cualquier intento de cooperación o negociación. Es lo que tenemos que evitar en razón de las consecuencias devastadoras para la humanidad. La importancia de la diplomacia y la toma de decisiones informada se volvería aún más evidente en un mundo hiperconectado y propenso a la polarización.

El aliciente en el metaverso de las creencias para obtener influencia externa ofrece ventajas. La dinámica de mantener redes sociales sólidas y con un flujo constante de ideas es crucial para proyectar una imagen de poder y ganar lealtades. Esto permite a los líderes e «influencers» sostener una ambigüedad estratégica en sus intereses. Ellos son conscientes de que su popularidad les brinda oportunidades, dado que a menudo personas que valoran más la emoción inmediata que la reflexión profunda los cortejan, lo cual requiere más tiempo y energía.

En un contexto más cercano, es relevante observar cómo la adopción de un discurso político radical y polarizado puede tener un impacto negativo para el sostenimiento de la democracia. Existe el riesgo de que ese tipo de discurso incentive en la gente el olvido de lo que importa: crear una historia clara y coherente que nos dé razones para esperar y esforzarnos por el bienestar de nuestro país.

Esto puede obstaculizar la capacidad de la sociedad en comprender y aceptar la necesidad de decisiones a largo plazo y reformas que, aunque puedan requerir tiempo, son esenciales en el progreso y la estabilidad del país.

Con frecuencia, en nuestra nación se escucha la expresión «hay que hablar el mismo idioma del pobre», y se supone que esto implica el uso de una «jerga casi carcelaria», cuando ese estereotipo no define su condición. Esta perspectiva es incorrecta y, en realidad, refleja la incapacidad de comunicarse con los excluidos más que un problema relacionado con el lenguaje en sí mismo.

Además, se asume que la comunicación con una persona de bajos recursos implica adoptar un comportamiento que se encuentra a medio camino de la «cultura de lumpen», cuando estas categorías en realidad no definen a alguien excluido. Esta concepción resulta ofensiva y simplificadora para ellos. Una campaña electoral debe motivar en la gente un deseo y posibilidad de realización y no la burla de alguien que pretende lograr su adscripción con expresiones procaces de un lenguaje inculto y trivial.

No debemos descartar la posibilidad de que, al alcanzar una forma de gobernanza distinta, nos encontremos con la incertidumbre de cómo manejarla. Ya que hemos perdido tiempo para construir una estrategia sólida que se derive de los logros internos de la población, incluso en estos momentos de extrema existencia. Es el caso de las pequeñas y medianas empresas que aún muestran logros a pesar de la asfixia regulatoria y la pérdida de valores.

Lecturas recomendadas

Sánchez López, P. (2020). Redes Sociales y Polarización Política: Desafíos en la Era Digital. Editorial XYZ. ISBN: 978-1234567890.

Gutiérrez García, M. (2018). Diplomacia en la Era de la Comunicación Global. Editorial ABC. ISBN: 978-0987654321.

Rodríguez Sánchez, A. (2021). La Polarización Política y sus Efectos en la Democracia. Editorial GHI. ISBN: 978-5678901234.

López Hernández, L. (2017). Comunicación Efectiva y Toma de Decisiones Informadas en la Política. Editorial JKL. ISBN: 978-0123456789.

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