El pesimismo como cultura frente a los escenarios económicos.

Una de las razones por la que no se consideran escenarios más positivos es que requieren un esfuerzo mayor para recrearlos. Si al futuro se le describe con fatalismo pesimista e inevitable, el individuo se libera de la responsabilidad de las probables consecuencias negativas que le esperan; si las cosas van mal otro será el culpable. Por el contrario, si se describe un futuro prometedor por el cual todos los seres humanos debemos trabajar, significa que cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad de su propia vida y de la contribución que podemos hacer hacia la recreación de ese futuro.

A pesar de nuestra fascinación por los posibles cursos del porvenir, no olvidemos que son pura ficción. El futuro se define precisamente por el hecho de que todavía no existe, excepto en forma de imágenes, positivas o negativas. Sin embargo, el tipo de futuro que esperamos influye mucho en nuestras acciones presentes. Luego del estallido del tipo de cambio, las últimas tres semanas en Venezuela han estado cargadas de todo tipo de expectativas.

Mas allá de lo previsto, lo tradicional y lo predecible del pasado, ahora hay que estar abiertos a la comprensión de eventos cuya normalidad es lo probabilístico y dedicar tiempo a la búsqueda y discernimiento de la información útil, es decir, de la que es pertinente para lo que se desea comprender y así actuar juiciosamente. Para quien manufactura, los adelantos tecnológicos, la complejidad de los procesos de producción, aprovisionamiento y distribución hacen muy sensible el trabajo en relación con la multitud de variables que deben ser consideradas para tener éxito. Para el emprendedor, se está en presencia de un entorno sin tiempo para la especulación ni para la extracción de rentas a través de la manipulación de los precios. Un buen ejemplo de ello es la actividad agrícola que involucra materia viviente y no materia inerte, específicamente vamos a referirnos al sector avícola de postura.

Desde octubre de 2020 hasta julio 2022, a puerta de planta, en el sector de postura los precios y los costos en $ USD aumentaron respectivamente en 90% y 98%, en tanto la tasa de cambio lo hizo en 1519% y la inflación en 3683%. En el mes de agosto, durante las tres últimas semanas el precio de la caja de huevos bajó en 7%, 2% y 1% y durante las mismas semanas los costos se redujeron en 2%, 1%, y 0,5%. Muy probablemente esta sea la realidad de todo el sector agrícola animal.

Los procesos productivos en este sector, se mantuvieron con normalidad. Es decir, con los mismos volúmenes de producción, de consumo de materias primas, de empleo, de mantenimiento y administración. La novedad es que el tipo de cambio y las tensiones del mercado se reflejaron con aumentos de los precios en bolívares a nivel de consumidor. Una cuestión son los precios a nivel de productor y otra a nivel de consumidor.

Se interpreta que, si en tiempo real la demanda y la oferta física son las mismas y el proceso de producción no sufrió cambios, entonces, las variaciones de precios del producto final para el consumo se deben a acontecimientos externos al sistema avícola, es decir al alza del tipo de cambio inducida por la emisión irresponsable de dinero. Los efectos reales se manifestarán en el futuro próximo con un reacomodo de precios de materias primas, insumos, partes, piezas y costos laborales. Las proporciones de cambio en la estructura de costos dependerán del peso del componente importado, del nacional y de los ajustes de los costos laborales. A esta condición no escapa ninguna otra actividad económica. Con sus particularidades, todos sufrirán un impacto no instantáneo y acumulativo, como consecuencia de la emisión irresponsable de dinero.

En definitiva, la emisión irresponsable de dinero y su aplicación en actividades que no agregan valor, permiten recrear la ilusión de aumentos salariales que posteriormente serán más que proporcionalmente erosionados por la inflación. De este modo los gobiernos disipan su responsabilidad en la incidencia sobre los precios e incitan un discurso colectivo de mutuas recriminaciones entre la gente y los diferentes actores sociales.

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