La otra Venezuela entre el desorden político y la reducción del ruido económico

Un año de paradojas entre el desorden político de la oposición y la estabilización obligada de la economía. La carencia de un consenso compartido sobre los lineamientos generales de un relato de país se refleja en un estado de conflictividad que hace difícil el restablecimiento de una auténtica democracia. Desde comienzos de 2020 la reducción de la emisión irresponsable de dinero, una moderada “privatización”, el mejoramiento de los precios del petróleo y el alivio de las dificultades de la industria petrolera han permitido la leve recuperación de la economía del país.

Se mantiene la tendencia a la igualación del precio de los bienes transables entre el país y los de la subregión andina. Para abril de 2020 todos los bienes eran más baratos en el país salvo los vehículos nuevos, al presente solo están rezagados los precios del sector de calzado y prendas de vestir. Para tener una mejor idea sobre una supuesta tasa de cambio de equilibrio, ella al mes de diciembre 2021 sería Bs 5,04 por $USD, para igualar el precio de los alimentos en el país con los de sus vecinos, pero debería ser Bs 4,63 por $USD si consideramos el sector de calzados y prendas de vestir. Es decir, no existe manera objetiva de determinar cual debería ser la tasa de cambio de equilibrio que iguala el precio de todos los bienes susceptibles de comercio internacional entre Venezuela y el extranjero. La relativa recuperación de las pequeñas y medianas empresas tiene su origen en la mejor gestión de sus estructuras de costos ahora formulada en dólares, con una tasa de cambio más próxima de un estado de equilibrio.

El enfoque de la explotación del petróleo en Venezuela que se hizo dominante al concebirla como renta para mejorar las condiciones de la gente en forma de gasto, creó una cultura política en la cual desde el más pobre hasta el más rico esperaban que luego de cada proceso electoral el gobierno les considerara entre los privilegiados a través de quienes fluyera esa riqueza. Al menos las capacidades que se tenían desde 1965 se mantuvieron tecnológica y organizacionalmente hasta 1999 cuando se inicia el desastre. Al presente, unos más otros menos, esperan la aparición de un gobierno milagroso que cierre la brecha de 21 años de atraso tecnológico y descapitalización. Esa espera sin propuesta tiene a los factores democráticos en estado de conflicto permanente y a la gente en una postración sin esperanza política.

Hay señales importantes para el desempeño de la economía de mercado como lo son la contención con altibajos de la emisión irresponsable de dinero, la privatización bajo forma de cesión parecida al comodato y el comedimiento de la retórica anti capitalista por parte del gobierno. Es un contexto de acciones obligadas ya que la proliferación de mercados negros, la presencia de fuerzas irregulares de países vecinos y el incentivo para que se consoliden las propias del país compromete la obtención de recursos tributarios necesarios para el funcionamiento del gobierno y de su institucionalidad.

La estabilidad económica también es un estado deseado por parte de los aliados del gobierno como lo son China, Turquía e Irán que han venido proporcionando recursos y mejorarían su apuesta en un país con tantas posibilidades de desarrollo. Es un entorno donde también convergen los intereses del resto de los países latinoamericanos que se han visto muy afectados por la afluencia de venezolanos. El capitalismo por conveniencia se ha hecho dominante en el mundo y los propios países con gobernanza autoritaria han podido validar que su perpetuación es más fácil con estabilidad económica que sin ella.

Las sanciones que pesan sobre Venezuela han reforzado la alianza entre el gobierno y sus aliados internacionales y han funcionado como una barrera al comercio internacional que se encuentra en la explicación del aliciente para producir internamente lo que no se puede comprar por insuficiencia de reservas internacionales o porque hay muchos obstáculos para hacerlo. De igual modo la incipiente recuperación económica significa también la generación de un excedente económico financiero cuya transferencia al exterior resulta más costosa y sin posibilidades de reproducción frente a la opción de invertir en el propio país.

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