De la economía de la postración a la esperanza objetiva

La mayor fuente de postración del ser humano es la exposición a las exigencias de un mundo donde las opciones no le ofrecen salidas y le hacen sentir obligado a tomar decisiones cuyos resultados le desmejoran.

El abatimiento del individuo se expande en un medio político hostil donde se distorsiona la realidad, se relativiza la verdad, se degrada el lenguaje y se manipula la memoria histórica. Son factores que comprometen a la democracia e incitan al autoritarismo.

La destrucción de la democracia alcanza su cenit cuando la gente pierde la confianza en sí, en los demás y en las instituciones, es la quiebra moral cuya expresión es la postración y el desaliento social. Nuestro propósito consiste en llevar un mensaje que ofrezca el coraje sereno de que es posible rescatar y perseguir lo que se desea en una verdadera democracia. La esperanza objetiva de una armonía respetuosa entre la gente se basa en la recuperación del mecanismo de acuerdo necesario. Esta es la finalidad de llevar una existencia compatible con las diferencias y singularidades propias del ser humano ante la propuesta de someter su diversidad por la vía autoritaria.

Estamos en presencia de nuevas formas de interrelación entre la gente, propias de la experiencia vital de cada uno frente a la displicencia, el acoso, la exclusión, la discriminación y la injusticia. Hay un individualismo excesivo que atomiza al ser y lo vuelve hacia sí mismo y le hace indiferente en torno a los demás, en ese estado a cada uno le es fácil reconocer lo que no le gusta, pero jamás lo que quiere. Este individualismo es la fuente del rechazo irreflexivo sin sentido de propósito a todo, es una desconfianza que postra la existencia social.

Ante el abatimiento, muchas personas se inclinan por la opción más sencilla de actuar de modo impulsivo en lugar de adoptar un enfoque más reflexivo. Es una conveniencia que, sumada a la sofocación extrema, constituye la fuente de la quiebra moral del país frente al autoritarismo, dentro y fuera del gobierno. Es el terreno fértil donde los mercaderes del sufrimiento se aprovechan del desaliento para extraer rentas con base en el autoritarismo.

Desde un punto de vista económico, somos razonables, y poco racionales con dificultad, ya que, de modo significativo, las emociones pueden influir en nuestras decisiones. Es la disyuntiva entre la esperanza y los impulsos de la postración alimentados por la carencia de información completa, el simplismo lógico, el imaginario común y la manipulación mediática de la realidad. El populismo ha sido el gran beneficiario de esas anomalías del saber económico, de la debilidad institucional, de la antipolítica y del desorden. Es la crisis de la democracia liberal por la disonancia entre los intereses de las élites en el poder y la gente.

En la dinámica de ajuste de los procesos económicos hay mecanismos que permiten su estabilidad. Los marcadores de la macroeconomía más relevantes son la inflación, el tipo de cambio, la tasa de interés, el crecimiento y el empleo. Un marco regulatorio requiere una gobernanza responsable de la gestión del gasto público y de la emisión de dinero por parte del Banco Central. El control fiscal y monetario deben promover fluctuaciones suaves de esas variables y su retorno continuo hacia la estabilidad, ese es el mecanismo de respuesta endógeno de autocorrección del sistema.

A nivel institucional, se necesita un marco regulador que impida a los funcionarios y a los particulares aprovecharse de la normativa en beneficio propio. También debe tener en cuenta el entorno, con sus influencias económicas, sociales y políticas, que pueden dar origen a eventos imprevisibles. Las normas deben garantizar que el poder discrecional no se utilice en favor de intereses particulares, sin dejar de respetar los fines de la normativa.

Apreciaremos mejor nuestro lugar en la historia, y lograremos un espacio para avanzar hacia el futuro, con la creación de nuevas categorías y la revisión de las existentes. De este modo, nuestras reflexiones podrán servir de base para comprender los fenómenos sociales cuya explicación escapa a los conocimientos del pasado. Las historias enseñan, aunque nunca se repiten. La búsqueda de un mejor futuro exige explorar el presente con herramientas y vocablos diferentes a los que sirvieron en otros momentos de explicación y de guía de acción.

Los contenidos de las palabras tienen vida, pero es pernicioso llenar de excesos al lenguaje cuando no se posee la fuerza de la demarcación para la exploración de la verdad ni la evidencia concluyente que permita la refutación de lo que se afirma. Las historias enseñan, aunque nunca se repiten. Los contenidos de las palabras tienen vida, pero es también pernicioso llenar de excesos al lenguaje cuando no se posee la fuerza de la demarcación para la exploración de la verdad y menos evidencia concluyente que permita la refutación de lo que se afirma.

Hay que lograr acuerdos sobre intereses generales, no obstante, es más difícil cuando se trata de las demandas de cada uno desde sus emociones. Hay que encontrar vías para resolver el problema del individualismo volcado al interior de la persona sin considerarse a sí misma como parte de la vida social e indiferente hacia los demás. En ese entorno se hace difícil el consenso, pues las pasiones difieren de uno a otro y dependen de la experiencia vital de cada uno, se puede coincidir en el sufrimiento y rechazo al statu quo, más no en una propuesta de acuerdo que satisfaga a todos.

Es ineludible la reapropiación de la economía y de la política ante la asimilación mercantil de sus ámbitos de acción por parte de los populistas. Estos si han comprendido el papel de los sentimientos en la política formulando programas de gobernanza que unen a todos en el rechazo, pero jamás en la dirección de una vida cívica respetuosa del uno hacia el otro. El desvío de los contenidos del saber económico y político es un propulsor de la ansiedad global que debe ser resuelto.

“La esperanza” posee una connotación espiritual como un estado de convencimiento en el cual lo que deseamos nos parece accesible. En este sentido, la esperanza presume un sentimiento positivo hacia aquello que es agradable y se corresponde con nuestros sueños. De este modo, la esperanza sirve de cimiento moral como contrapeso del desaliento para no perder el sosiego ni desviar el foco de aquello que se anhela aprehender. De allí que sea el sustento venturoso de nuestras aspiraciones.

Referimos la “objetividad” de la esperanza para distinguirla de su acepción ligera de aquello que consiste en dejarlo todo a la expectación celeste o a la presencia de una fuerza externa. Como si fuese posible alcanzar nuestros fines sin esfuerzo ni intervención propia.

La esperanza objetiva deriva de la calma activa, paciente y perseverante fundada en la acción. Las iniciativas en tiempo real deben estar sujetas a una visión positiva, retadora y posible. Hay esperanza cuando el hombre pasa de la pasividad del suceso y del acontecimiento al ser y el existir a las iniciativas con sentido de propósito.

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Referencias:

Bronner, Gérald (2021) Apocalypse cognitive, Presses Universitaires de France. París

Fleury, Cynthia (2022), Ci-gît l’amer : Guérir du ressentiment, Gallimard. Paris.

Rosanvallon, Pierre (2021), Les épreuves de la vie, Éditions du Seuil. París.

Publicado por Prospectiva y Previsión

A lo largo del quehacer de una persona se acumulan experiencias, que más allá del sentido y la visión que se tengan, son influidas por el contexto, hay un orden dentro del desorden y un desorden dentro del orden. Hay un guión que orienta y direcciona lo que cada quien espera en su horizonte temporal y existe un dispositivo de respuesta rápida que depende del contexto. Es así que se ha tratado de superponer dos ámbitos uno el ya presentado: el guión, y otro, con enlaces a veces estructurados y con secuencias lógicas, otras veces no. Con una aproximación de complejidad que persigue emular la sinapsis profesional de flexibilidad para la evaluación transversal de los temas sociales, económicos, organizacionales, políticos y filosóficos.

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