La cultura de destrucción de la esencia de la democracia alcanza sus propósitos cuando el individuo pierde la confianza en sí, en los demás y en las instituciones, es la quiebra moral cuya expresión es la postración y el desaliento social. Nuestro empeño ha sido siempre el de llegar al sufrido con un mensaje que le ofrezca la audacia serena de que es objetivamente posible recuperar y perseguir lo que se desea alcanzar. Ese hálito lo hemos llamado la esperanza objetiva.