En Venezuela, la formulación de la política monetario-cambiaria se ha fundamentado bajo la idea del control o influencia del tipo de cambio con el objetivo de abaratar las exportaciones y encarecer las importaciones. Como esa variable no se la puede controlar de manera directa, decretando su valor, todo intento de hacerlo da lugar a mercados negros. El desorden cambiario no tiene otro responsable que el Gobierno, pues el tipo de cambio es una variable cuyos desarreglos son reflejo de la buena o mala gestión del Gobierno. La fijación del valor de transacción de cualquier mercancía depende de su escasez relativa, cualquier intento por fijar el precio, lejos de controlarlo lo hace incierto dando como resultado un valor superior al que resultaría de un mercado libre, sin fallos ni trabas.