Los actos de la vida económica no se corresponden plenamente con la realidad de un individuo racional, insensible a las creencias, a los impulsos, a los valores y a las costumbres. Tampoco con la imagen contraria de un ser fuera de sí, cuya actuación incontrolable raya en la insensatez. La paradójica realidad nos ofrece dilemas. … Sigue leyendo El buen ciudadano, la racionalidad, la sensatez y los incentivos perversos.