Médicos porteños: Rafael Jesús Inés del Monte Torres Suels

RAFAEL JESÚS INÉS DEL MONTE TORRES SUELS

Alberto Sosa Olavarría y Francisco Contreras Márquez

Reseña biográfica

RTSNació en Puerto Cabello el 20 de abril de 1896, sus padres fueron José María Torres Guerra y María Elena Suels, estudio sus primeras letras en la escuela de las Monsanto y La Providencia dirigida por Doroteo Centeno, su secundaria en el Liceo San José de Los Teques. Grado de Médico en la Escuela de Medicina dirigida por Luis Razetti en 1924, ya que la Ilustre Universidad Central de Venezuela había sido cerrada por Juan Vicente Gómez. Entre sus condiscípulos podemos mencionar a José Antonio Castillo, Julio García Álvarez, Fernando Gómez, Pedro González Rincones, Héctor Payara y Pedro Gutiérrez Alfaro, este último llegaría a ser Ministro de sanidad y Asistencia Social, Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina y Profesor de Obstetricia en la UCV. El Doctor Torres durante su época de estudiante publicó trabajos de investigación sobre Espiroquetosis Bronco-pulmonar y Trombosis de Vasos Mesentéricos y más tarde otro sobre sección quirúrgica del Divertículo de Meckel. Todos publicados en la Gaceta Médica de Caracas entre 1920 y 1924. Siempre recordó con admiración y profundo respeto a sus profesores: Héctor Cuenca, Reyes Hernández, Pastor Oropeza, Briceño Rossi, Alfredo Borges ramos, Pedro Briceño Coll, Ángel Rondón, Agustín Aza Gil y Belloso Chacín.

Se casó con Soledad Morán Córdova, de cuya unión nacieron Juan, Jesús, Isabel, quienes fallecieron antes de los tres meses y Gladys, conocida y polémica periodista porteña, condición que heredaría de su padre.  Con los hijos de Gladys Torres Suels: María Herminia, Mauricio Rafael y Marina Rubio Torres evocamos recuerdos compartidos de infancia y juventud. Soledad era prima hermana del eminente científico venezolano Humberto Fernández Morán.

SMCTambién, el Dr Torres prestó servicios en el Distrito Federal, en la Leprosería de Cabo Blanco en el Departamento Vargas, Médico del Manicomio en el Departamento Libertador, y fue Médico Director en el Hospital Militar “Ali Gómez” en el Estado Aragua.

Como jefe de la Comisión Sanitaria de Los Llanos, Oriente y el Centro participo activamente en la lucha contra el paludismo, debemos recordar que en 1925 la Fundación Rockefeller había enviado una misión con el fin de intensificar la lucha contra ese flagelo y la anquilostomiasis. En ese mismo año y con la colaboración de del Dr. Rebolledo publicaron “Geografía Médica de Territorio Delta Amacuro”. Por otra parte, se desenvolvió como Médico al servicio de las empresas petroleras (Caribbean), en los campos de Mene Grande, San Lorenzo, Lagunillas y Mene de Mauroa, La Piragua, San juan de Los cayos y Chichirivichi (Empresa North Venezuela).

De regreso a su población nativa le correspondió actuar como Médico Militar, Médico de Sanidad, Médico Venereólogo de la Unidad Sanitaria, Médico del Castillo Libertador, Médico de los Servicios de Caleta y Estiba dependientes del Ministerio de Hacienda. Fundador del Seguro Social de Puerto Cabello, nunca abandonó su función como Médico Domiciliario, las cuales ejerció hasta que enfermó. Abanderado en lo que consideraba “conquistas sustantivas” de su pueblo y en especial de los pacientes, lo cual le valió no pocos adversarios. Demandó siempre progreso y elevación para su terruño natal y atendía servicios urbanos y rurales, en el Hospital de Caridad, en la Beneficencia Del Carmen y en Dispensarios de Morón y Urama. Hizo causa común con sus colegas Juan Bautista Torres Páez, Adolfo Prince Lara y Pedro Guzmán Delgado para constituir el Comité de La Cruz Roja y en la creación del programa “La Gota de Leche” (1928). Otro de sus campos de acción fue la lucha gremial convirtiéndose en paladín incansable por la creación de la Seccional del Colegio de Médicos de Puerto Cabello, figura entre los fundadores del Colegio de Médicos de Carabobo. Su vertical conducta, su lucha frontal por las reivindicaciones sanitarias, el ejercicio de una medicina alejada del mercantilismo, su oposición al ejercicio de la medicina privada y la creación de clínicas con ese fin, su férrea oposición a los homenajes hacia su persona le creó una bien ganada fama de ciudadano muy polémico.

Era la Venezuela donde la insalubridad era alarmante y los intentos por abordar la problemática de Higiene y Salud Pública, en especial la de los puertos del país tendrían un importante hito cuando por decreto del 13 de agosto de 1834 fueron creadas las medicaturas de Sanidad de los Puertos de la República y el 12 de agosto de 1890 se aprobaría su reglamentación de acuerdo a un informe del Colegio de Médicos. Para 1898 ya existía la Medicatura de Sanidad de Puerto cabello, entre otras, y para 1911 ya poseía un laboratorio de Bacteriología y la oficina de Desinfección con aparatos Clayton. El 6 de enero de 1910 se crearía el ConRTS2sejo Superior de Higiene y Salubridad Pública y este funcionó hasta el 16 de noviembre de 1911, año en el que fue creada la Oficina de Sanidad Nacional. Plenipotenciaria en materia de Salud Pública, y el Congreso Nacional dictaría la primera Ley de Sanidad Nacional en 1912. Para 1922 el Director de sanidad Nacional era el Dr. Plácido Daniel Rodríguez Rivero y lo sucedieron hasta 1928, los Dres. Santiago Rodríguez R, L.G. Chacín Itriago, Juan Vicente Larralde y Henrique Toledo Trujillo. Las encuestas sobre la malaria y la anquilostomiasis se habían iniciado en 1927 y finalizarían en 1928. El Ministerio de Salubridad y de Agricultura y Cría fue creado el 11 de agosto de 1930 con una Oficina Subalterna en puerto Cabello.

El doctor Torres Suels se desempeñó como médico venereólogo, el Dispensario Antivenéreo funcionaba detrás de la Casa Boulton, su personal para el entonces eran Elena Forero, Carmen Sánchez, Bartolomé Villanueva y el Sr. Ernesto Dao quien llegó a ser Inspector de Sanidad. Llegó a ser Director del Hospital de Caridad donde se distinguió por su disciplina y ejercicio rígido del cargo. En su actividad social se destacó como miembro del Club de Leones junto a su colega Alberto Espinoza. Murió luego de larga y penosa enfermedad el día 30 de mayo de 1971. Su puerto Cabello le recordará por siempre con gran devoción.

Faceta humana, el contexto y Venezuela como problema

El Dr. Rafael Torres Suels fue digno representante de esa escuela de venezolanos que sintió un compromiso moral por las oportunidades que recibieron de un país, que abría las puertas de la salida de la gran miseria atroz, en la que la dejó la guerra civil venezolana de la independencia y las montoneras que le sucedieron. Le conocimos desde la infancia, fue padrino de Francisco, cuando no estaba en su trabajo formal, leía y atendía de manera gratuita a los pacientes que llegaban, luego al irse decía: “ahijado es difícil enseñar que la sanación, no depende de mí, en gran parte depende del mismo paciente”.

RTS3El Dr. Rafael Torres Suels de existencia austera, trabajó siempre al servicio público, donde los médicos y los hombres de letras del país, han tenido un papel glorioso, salvando vidas e ilustrando a un pueblo siempre sometido a buscadores de su propia gloria que de un mundo mejor. El reconocimiento a la vida civil en este país le ha sido negado hasta los propios militares que se quitaron sus charreteras para humanizar y democratizar al país. El que conocimos, desde que tuvimos uso de razón, vivió siempre en el mismo sitio, el mismo pequeño auto marca Opel, color beige. Los niños de la cuadra siempre estaban alertas, el Dr Torres llevaba de paseo a «mamá Kalita» (así cariñosamente se le decía a Doña Soledad su esposa) y a alguno de nosotros, como se disfrutaba en las tardes con sus paseos!!, por el puerto y luego ida y vuelta hasta el Palito, en la ruta cerca del sitio de Morillo, se subía y bajaba por la ondulada vía y se disfrutaba de una rara sensación, al final, ante la piedra de la playa hacía una parada, nunca vimos el tiburón o el pulpo “comegente” que se dice allí vivía.

El petróleo nos dio esa fugaz ilusión de grandeza, bajo la creencia de que más se podía a fuerza del gasto de esa riqueza que, de su uso para apalancar el ingenio y capital social de la gente, y así alcanzar un país con desarrollo autosustentable, no se sembró el petróleo como sugirieron Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri. Para el momento de existencia del El Doctor Torres Suels, los bachilleres –ser bachiller en la época era de reconocimiento social-, los maestros, profesores, ingenieros, sus colegas vivían modestamente, pero con dignidad, buena casa, vehículo y las comodidades de una auténtica clase media. Toda esa gente que conoció el fin de la miseria de los caudillos, fueron ciudadanos con mucha sensibilidad social. Nunca hubo tanta movilidad social como la que hubo en nuestro país, solo había que poseer la actitud y voluntad para hacerse profesional y llevar una buena vida, el mismo Doctor Torres Suels decía: “Si había vagos era porque querían serlo, se podía ser lo que se quisiera, piense bien, lea, así como le gusta mi revista preferida: El Cojo Ilustrado”. Recibía de manera regular la visita de Don Aníbal Dao, gran amigo personal que le motivó para que hiciera estudios de derecho, hizo tres años, pero no culminó.

Los servicios públicos eran de una excelencia inimaginable, la historia de vida de los médicos de este país eran réplicas de vocación de servicio al estilo de un José Gregorio Hernández, claro tenían la certeza de que nunca les estaría limitada la vida por ningún evento del azar, eran felices de haberse sobrepuesto a aquel país de montoneras y eventos épicos de dudosa veracidad. De allí que pensar que en el cobro de honorarios profesionales y en el surgimiento de las clínicas privadas les pareciera de dudosa moralidad, pero es que los signos del abandono de lo público por parte de los políticos, ya mostraba sus afanes de gloria y no los del deber del funcionario público. Lo que pareció una desviación fue lo mejor que pasó, fue lo que permitió que este país pudiera sostener un progreso tecnológico en el campo de la medicina, hoy en día es el último refugio en materia de salud pública.

Todos los niños del lote 19, le llamábamos “Papain” y a su esposa Soledad Morán Córdova “Mama Kalita”, en su casa estuvo Monseñor Gregorio Adams el día de la confirmación de Francisco. Perteneció a la Orden Rosacruz, devoto de San Antonio y de Jesús Hombre como le llamaba.

Por su consultorio pasó bastante gente, hasta dos «loquitos» de la época, uno de nombre Eloy Antonio Lucambio, era visitante de todos las semanas, a este no lo pudo socorrer a tiempo, después de recibir una paliza, por la zona de San Millán. El otro era llamado «King Kong», era poco pacífico, no como el parlanchín del Eloy. A ambos, Don Bartolomé Villanueva les entregaba «Bromolactobionato de Calcio», para que durmieran y nunca lo hacían.

Alberto y Francisco rememoran una historia: el Dr. Rafael Torres Suels, un buen día al frente de un paciente, de pronto quedó con la mirada al horizonte, con su estilográfica en mano, guardó silencio, meditó le dijo a la paciente, que fuera donde el Dr Luis Alberto Vargas Palermo, pues hasta ese día trabajaría y así renunció al Seguro Social cuando la enfermedad yo no le permitía hacer su oficio con el rigor y la sensatez que siempre tenía. Al poco tiempo el Dr. Rafael Torres Suels falleció tras cuatro infartos y un paro cardiopulmonar.


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