La expresión de los retornos sociales de la democracia
Una democracia auténtica debe fomentar el valor social a través de la autoridad, la confianza, la justicia y la influencia. Cada una de esas categorías tienen que ser evaluadas desde una perspectiva diferente a los significados usuales que les atribuimos. Las tipologías y aproximaciones presentadas son imperfectas y evolutivas como son los signos de estos tiempos. Pensamos que la quiebra moral de los estados fallidos guarda relación con la carencia de esos valores cívicos entre sus ciudadanos.
Confianza
La confianza nos ofrece grados de libertad en referencia con las circunstancias derivadas de la duda sobre el futuro comportamiento de los otros. El estado de confianza es la forma ideal de relacionarnos con los demás, al alcanzar la comunicación confiada podremos sentirnos mejor valorados y lograremos un conocimiento más consciente de nosotros mismos. La certeza en las relaciones humanas permite descargar los costos de transacción que significan las dudas que deben resguardarse con la intervención de terceros para la documentación y juridicidad de la confianza ausente.
Autoridad
Como valor social, la autoridad es la capacidad de dar fundamentación y profundidad a los contenidos de dirección estratégica de una institución (sea pública o privada). Esta atribución se hace presente al aceptar al poder sin la necesidad de la presión coercitiva de la punición o de las sanciones. Cuando ella se reconoce hay conciencia de que es un deber propio satisfacer las demandas establecidas por quien en ese momento la ejerce. La auténtica autoridad deriva más del convencimiento que de la imposición. Por supuesto, podemos decir que una característica inmanente de la democracia es la obligación de explicarlo todo, y que definición su autoridad está en sí misma limitada. No se pueden hacer enunciados sin ser discutidos con base en criterios previos acordados de deliberación. La elección da licencia de alcance finito para gobernar, pues es necesario colocarla a prueba en cada momento a través de las acciones que se ejecutan.
Justicia
La democracia no puede existir al margen de un proceso continuo y dinámico de búsqueda de cambios en las estructuras sociales y económicas de la sociedad. Esto se debe a que la justicia es la exploración del consenso sobre lo que es justo y equitativo.
En la actualidad, se trata de un proceso que involucra los aspectos psicológicos y emociones de las personas en sus contingencias ambientales, económicas, políticas y tecnológicas. Algo que solo se alcanza mediante un auténtico compromiso cívico y deliberativo. No puede imponerse como un mandato autoritario de quienes ostentan el poder. Es incompatible con formas iliberales o populistas de gobierno.
Influencia
La influencia utiliza métodos dúctiles de persuasión para su asentamiento y deja a la voluntad del individuo su adscripción o rechazo. Los veintitrés primeros años de este siglo y los últimos del anterior han mostrado la consagración de la superioridad estratégica de la influencia sobre la fuerza bruta (por ejemplo, la potencia militar). En el terreno político encontramos diversas maneras de influir. Para la democracia liberal es la seducción de un modo más civilizado y humano de convivencia. En los regímenes autoritarios es la desestabilización, la obstrucción y la desconfianza, para quienes poseen los recursos espirituales es la convocatoria de un más allá. La influencia lleva a las personas al testimonio, apela a los intereses bien entendidos y a la inteligencia del otro, sin la necesidad de estar sujetos a la verdad. La influencia obliga a quien quiere ejercerla a demostrar su competencia, la licitud de sus actos y los beneficios que de ella pueden esperarse.
Los intereses pueden ser negociados, pero no las pasiones y los valores, estos deben ser comprendidos y tenidos en cuenta en los procesos de gobernanza democrática. No se puede interpretar que las influencias tienen un carácter legítimo y aceptable, mientras al mismo tiempo se utilizan como propaganda o distorsión deliberada de la realidad con el propósito de manipular. Hay que efectuar una reflexión profunda sobre la naturaleza y los mecanismos de las pulsiones humanas para comprenderlas e interpretarlas.
El atractivo de las democracias limitadas
En América Latina, el populismo es atractivo por su retórica; muchos gobernantes se ganan la admiración tanto del público como de las élites debido a su identidad autoritaria. La gente de otros países ve a Erdoğan como un líder carismático que restaura el orgullo musulmán. Esto lo que refleja es una demanda subyacente de representación y participación directa; aspiraciones que las ofertas actuales no pueden cumplir o los modelos de gobierno ya no satisfacen. Este es el reto para el encuentro de una democracia mejorada.
Referencias bibliográficas
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