La economía del resentimiento

El discurso sobre la economía en Venezuela se está convirtiendo en una suerte de competencia deportiva al servicio de ideologías y dogmas. Hay en las redes sociales una afanosa participación cuyos argumentos se fundamentan solamente en la presentación de evidencias que sirven para reforzar creencias, pero bien alejadas del bien común que debe inspirar la acción con base en propuestas refutables de solución de problemas cruciales. Con cada frase asentada en la iracundia sin contenido aumenta el desorden como negación de la deliberación auténtica que precede a la esencia democrática de la tolerancia. Por el momento, al prevalecer esa condición, la restitución de una auténtica democracia deliberativa tomará su tiempo.

A manera de ejemplo, al observar en las redes sociales el relato de alguien, refiriendo cosas como la frase “Venezuela se recuperó”, y contraargumenta, que tan solo es un “rebote sin recuperación”, cuando toda recuperación es precedida por un “rebote”, no se está demostrando un contenido importante o sugiriendo alguna propuesta, simplemente se trata de una afirmación distractora, de este modo se devora la atención de la gente en las redes y se desencadena la rumiación en una reacción afectiva dirigida contra otro, se ve con asombro como ese sentimiento se profundiza y penetra poco a poco hasta el corazón mismo de cada uno, abandonando el terreno de la reflexión, la expresión y la actividad razonada. Esta es la escena de la patología extrema de la desconfianza, estamos en presencia del resentimiento. La disrupción tecnológica ha permitido aumentar el tiempo reflexivo hasta casi cinco horas diarias, pero la depredación con base en las creencias remuneradas, por los “clics”, lo ha reducido casi a la nada.

El entendimiento de ese algo que se mastica y se vuelve a masticar, con la acritud característica del reflujo fatigado que se deglute y se deglute sin saciedad alguna, es el resentimiento. Se trata de una “reacción” emocional, que en un principio podría no estar dirigida a alguien en particular. Pero, pasado el momento, crecerá la indeterminación sin dirección distrayendo la atención de la gente de los verdaderos problemas que le acucian. La compulsión desatada desde las emociones hace prevalecer, en el mercado de la atención, al instinto, a lo inmediato en contra de la reflexión y de la búsqueda consensuada del sentido de propósito. Es el terreno fértil para el autoritarismo en su ruta hacia el totalitarismo.

En las redes, el reflujo del aborrecimiento se hace cada vez menos personal y más global, puede emerger y afectar a varios individuos inicialmente no preocupados por la reacción afectiva de los demás, pero ahora atrapados por la extensión del fenómeno, cuanto más profundo es el resentimiento, más se impacta a la persona en su seno, en su corazón, menos se mantiene su capacidad reflexiva de obrar, y la claridad de su expresión se debilita. La sanación se vuelve, con cada reavivamiento de dicho resentimiento, menos posible, siendo la necesidad irreflexiva de reacción insaciable. Pareciera que pensar aflige, cansa y postra.

El resentimiento nos conduce por el camino, sin duda quimérico y muy amargo, de la reparación ilusoria, mediante el delirio de alguna cosa, sujeto o razón asumida como fuente del sufrimiento, lo cual lleva consigo la negación de su superación. Es obvio que hay reparaciones difíciles que requieren invención, creación y sublimación. El desafío es común a nivel individual y a nivel social: no considerar al otro y a uno mismo como una sola cosa consolida el mecanismo colectivo de auto flagelación y los hombres y las sociedades dividirán su destino de acuerdo con el agrio sesgo del resentimiento, haciendo casi imposible la desalienación psíquica y social.

¿Se le moverá el piso de la economía al servicio de las creencias y de los dogmas? ¿Vendrán los tiempos de la humildad y del reconocimiento del otro en su singularidad? Virtud y alteridad son las condiciones necesarias, de un esfuerzo inmenso, para hacer algo culta la profunda ignorancia que nos abruma entre la “infoxicación” de ahora y el conocimiento inútil que anticipó Revel en 1988.

Referencias

Fleury, Cynthia. Ci-gît l’amer :  guérir du ressentiment  essai. 1 vols. Paris: Gallimard, ISBN-10: 2072858550 2020.

Revel, Jean-François. La connaissance inutile. Paris: Bernard Grasset, ISBN: 9782246385813, 1988.

Rosanvallon, Pierre. Les Epreuves de la vie. Comprendre autrement les Français. Paris: Seuil, ISBN: ‎ 20214864352021, 2021.

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