Hacia una «dolarización» con contenido social

En la búsqueda de una “dolarización” con contenido social

La “dolarización” de la economía venezolana es perversa porque ha sido una forma solo de extracción de rentas por parte del gobierno al forzar el uso del “bolívar” como unidad de pago de sus compromisos de gasto público interno mediante la emisión irresponsable electrónica de dinero.

La propuesta es para una transición hacia un mecanismo que permita a través del dólar restituir el derecho económico a los venezolanos a poseer una unidad monetaria que le permita expresar el valor de las cosas, poder comparar transparentemente los precios de los bienes y servicios para realizar sus transacciones y si desea reservar parte de su riqueza en forma de dinero a la espera de una mejor oportunidad sin riesgo de pérdida anticipada de valor por inflación.

El aspecto crucial de la transición lo constituye la condición de exclusión y miseria de quienes pertenecen al sector educación y salud pública, empleados públicos sin poder discrecional, al sector de seguridad nacional, los jubilados y los desamparados. La estrategia sería la del establecimiento de un criterio de cobertura del 80 % de la canasta básica para un grupo familiar de cinco miembros y dos asalariados. Solo resta sin “dolarizar” los pagos a maestros, profesores, médicos, empleados públicos y de seguridad nacional sin poder discrecional, jubilados y desamparados no pertenecientes al sector informal destructivo (gestores de escasez, de colas, aliados de ocasión del gobierno y ejecutivos comerciales del mercado negro).

En tanto se restituye un sistema de seguridad social se establece un esquema de directo de compensación de vida para ancianos y desamparados.

Aspectos conceptuales

Hay variadas opciones para honrar las obligaciones financieras entre un país y el resto del mundo:

Flotación del tipo de cambio: la fijación del tipo de cambio se deja total o parcialmente (flotación sucia) en función de las fuerzas del mercado. Cuando el tipo de cambio se encarece se dice que se depreció y cuando gana valor se dice que se apreció.

Sistemas de cambio fijo de la moneda nacional con respecto a otra moneda extranjera: el tipo de cambio lo fija la autoridad monetaria según las condiciones del ciclo económico y el estado de la balanza de pagos, en este caso cuando la autoridad monetaria aumenta el tipo de cambio se dice que devaluó la moneda, si por el contrario la autoridad monetaria reduce la tasa de cambio se dice que ha sido revaluado.

Adopción de otra moneda como unidad de curso legal:  por ejemplo, el dólar de EE. UU.

Control de cambios: sistema donde las autoridades económicas fijan el tipo de cambio y administran a discreción la compra y venta de divisas.

El sistema de fijación de cambios predominante en el mundo

Es el cambio fijo. Se asume que la determinación del tipo de cambio por parte de la autoridad monetaria reduce la vulnerabilidad económica en países pequeños y abiertos ante las contingencias de choques externos. Suponen que este sistema proporciona una mejor respuesta frente a los problemas de inestabilidad monetaria y fiscal en un mundo global con una creciente interrelación comercial y financiera. Venezuela desde 1974 comenzó a presentar altos niveles de inflación y desde 1986 estuvo siempre por encima de dos dígitos (galopante) y desde el 2015 en una condición hiperinflacionaria, es decir nuestras autoridades monetarias nunca pudieron hacer frente a las presiones del ejecutivo para evitar la emisión irresponsable de dinero.

La dolarización

Es el proceso mediante el cual un país adopta al dólar estadunidense (o cualquier otra divisa) como unidad monetaria para cumplir con las siguientes funciones:

Reserva de valor: se refiere al uso que tiene la unidad monetaria como referente de posesión de valor.

Unidad de cuenta: cuando se la aplica como medida de comparación de valores de los bienes y servicios.

Medio de pago: para efectuar transacciones económicas de compra y venta de bienes y servicios.

Dolarización informal, perversa o formal

Informal: cuando la mayoría de las transacciones internas se efectúan en moneda extranjera y los fondos se mantienen principalmente cuentas bancarias en moneda extranjera.

Perversa: cuando la autoridad monetaria utiliza el sistema informal para la emisión irresponsable de dinero y promueve el desorden monetario con la formulación de reglas contradictorias entre si, cambiantes de forma inesperada y de manera reiterada. Casi todo el sistema opera con divisas, pero las obligaciones de gasto público las fija el gobierno en bolívares.

Formal: cuando las autoridades económicas de un país adoptan como moneda de curso legal un signo monetario extranjero.

Propósitos de una «dolarización»

Eliminar la emisión irresponsable de dinero con lo cual se evita la fuente estructural de la inflación en países con debilidad institucional y ausencia de contrapesos entre los poderes públicos.

Limitar los movimientos especulativos que despertaría la expectativa de depreciación (devaluación) del tipo de cambio bajo un esquema de flotante (fijo).

Impedir las pérdidas por riesgo cambiario a nivel del servicio de deuda externa (amortización e intereses).

Facilitar una integración más estrecha con la economía de EE. UU. y con la de países vecinos recuperando la condición perdida de socios regionales con lo cual habría una mejor estabilización de la economía.

Alcances de la «dolarización»

Un país que adopta una moneda extranjera como su unidad monetaria de curso legal renuncia a los ingresos que se derivan de la emisión de monedas y billetes de nominación nacional y de la gestión del encaje legal que se retiene a los bancos privados. Cuando un Banco Central imprime monedas y billetes en contrapartida administra las reservas de divisas, los activos extranjeros, los títulos públicos y los préstamos a bancos privados que generan un rendimiento. La economía que adopta como unidad monetaria la divisa de otro país renuncia a la capacidad de la autoridad monetaria para financiar el déficit fiscal del gobierno mediante emisión de dinero. Los hechos validan en nuestro país que esa capacidad se utilizó, desde el momento que fue posible en 1974 hasta el presente, como fuente para la extracción de rentas y no para hacer frente a dificultades coyunturales o para promover el bien común. La «dolarización» se hace plena cuando además interrumpe la contratación de deuda externa pública para financiar gastos públicos que no aseguren con crecimiento económico el pago de intereses y capital. Es la manera de contención del riesgo soberano, pues se mantiene lejana la posibilidad de incumplimiento de pagos internacionales y de déficit fiscal.

No hay evidencia económica empírica concluyente sobre la «dolarización» como forma única de estabilización económica, pero si argumentación política para hacerlo.

Venezuela forma parte en lo geográfico y en lo económico del área de influencia del dólar, y muy probablemente América Latina en algún momento establecerá, desde el Norte hasta el sur del continente, acuerdos de armonización de la política pública en todas sus perspectivas. Los intentos fallidos de “dolarización” en países como Argentina y Perú tuvieron su explicación en el hecho de que ella significa políticamente la eliminación de la incontinencia fiscal como fuente de perpetuación en el poder de gobiernos iliberales-populistas. La emisión irresponsable de dinero, la incontinencia fiscal y la asfixia regulatoria constituyen el origen político de los problemas de estabilidad económica. La experiencia de Ecuador podrá sostenerse hasta el día en que su Gobierno ceda ante la improductividad del déficit fiscal y endeude externamente al país, todavía en ese país se mantiene un respeto institucional y existen contrapoderes públicos, la estabilidad no procede de la «dolarización» sino del respeto gubernamental a principios de doctrina fiscal y económica. Ecuador tiene un vecino: Perú, este país sin un esquema de «dolarización» formal, práctica una política de emisión responsable equivalente a una «dolarización» pues la creación de dinero está sujeta al nivel de reservas, esa política, le ha permitido en el mismo período que su vecino un resultado similar macroeconómico y microeconómico.

La dolarización es una propuesta controversial, el debate corre el riesgo de banalización si se deja de lado la discusión teórica y la necesaria validación de cualquier hipótesis. Cualquier medida económica fuera del análisis del impacto regulatorio a través del mercado y en ausencia de cambios institucionales mínimos como lo son: la autonomía e independencia de los poderes públicos, el acatamiento de reglas rigurosas de equilibrio fiscal, el sometimiento de la deuda externa y la sustitución de la discrecionalidad por reglas de estabilización automática hace que la superación de los problemas tenga una hoja de ruta de mucho desgaste con una lenta transición.

La respuesta del mercado ante el desorden de la política económica ha sido la de una “dolarización” que hemos llamado perversa pues afecta a la mayoría de los venezolanos sometiéndolos a una condición de miseria y exclusión sin capacidad para valerse por si mismos. El proceso no es producto de una estrategia deliberada por parte de los actores con poder, urgencia e influencia para hacerlo, es el resultado de una cultura asentada en el desprecio voluntario hacia el saber de la ciencia económica, es voluntario porque quienes poseen poder de gobierno y sus aliados de ocasión tienen la ventaja de ser los beneficiarios del desorden y por ello lo alimentan como acontece con todos los males públicos: mercados negros, escasez, racionamiento y precariedad de todos los servicios públicos. 

El mecanismo sobre el cual se asienta el populismo-iliberal en Venezuela es el poder de emisión irresponsable de dinero, poder que diluye, ante la vista de la gente e incluso de los expertos, el origen de todos los males socioeconómicos, terminando casi todos responsabilizando a cualquiera y a supuestas conspiraciones sin comprender el fondo del problema.

Las dificultades para abordar el tema

Primero, en el medio académico el discurso se ha contaminado con la manera de hacer política en el país: el uso de la descalificación del adversario, mediante falacias donde prevalece la manipulación de las emociones para convencer, más allá de la razón, de la tolerancia y de los valores de una propuesta verdaderamente democrática.

Segundo, se ha relegado a un segundo plano de la debida consistencia que debe poseer una hipótesis de trabajo, las cuales debe hacerse con la presentación de criterios de demarcación que den validez empírica a lo que se dice. En discurso en nuestro país, está cargado mediáticamente de “simplismo” lógico en reforzar en la gente lo que quiere escuchar, evadiendo y tergiversando deliberadamente las verdades amargas de la realidad.

Tercero, se ha asumido como cultura dominante el aprovechamiento estratégico de las regulaciones a través de la extracción de rentas, es un mal que se ha arraigado más allá del propio modelo del Socialismo del Siglo XXI.

La hoja de ruta

Es el largo trayecto de una sociedad para deslastrarse de la cultura infame llamada “viveza criolla” de querer aprovecharse de cualquier regulación que se encuentre en el camino. Una vía es, reducir la discrecionalidad de los funcionarios públicos, en el manejo de la oferta monetaria, a través de la dolarización plena. Hay que amordazar a la patología de la discrecionalidad en la política pública que se ha llevado al extremo en esta mal llamada V República: el aprovechamiento de la emisión irresponsable, la política de ajuste de pagos internacionales y la asfixia regulatoria para satisfacción de intereses particulares de una minoría.

El fondo de la trama existencial en Venezuela es la pérdida del sentido económico en la praxis correcta gobernanza sustituyéndola por una secuencia de ciclo perverso monetario de generación de inflación y de estancamiento secular que ahora toma la forma de la profunda depresión económica. La fuente de los males no está en la caja de herramientas de la economía, está en el marco institucional desde el cual se formulan políticas públicas al margen del mercado, sin consideración de los efectos perversos de las regulaciones que incentivan la pereza social y el mal uso de los recursos productivos, es la adicción fatal de la tragedia de los comunes de captura de rentas y de poco emprendimiento social. El tema del ajuste de pagos internacionales, como problema, escapa a lo puramente macroeconómico e instrumental. La cuestión es que la cultura de extracción de rentas en Venezuela, de los agentes económicos, está tan arraigada, que resulta bien difícil que se supere, siendo la única manera en materia monetaria de evitar esos comportamientos de los aprovechadores de rentas la “dolarización” plena de la economía.

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