Cuando se uno enfrenta con números de la historia contemporánea de Venezuela, hay un período de 76 años, entre 1941 y 2017, que corresponden, de modo cierto, al ensayo de una democracia que nace con un pecado original y que de manos de su clase media, enfrenta un pecado mortal, o casi mortal porque la tiene casi inexistente.
En esta revisión vamos a utilizar tres indicadores:
- B y M: monedas y billetes en circulación, es la variable de mayor control y responsabilidad por parte del gobierno, pues es quien los coloca en circulación a través del Banco Central de Venezuela.
- LM: liquidez monetaria, es la cantidad de medios de pagos en poder del público, comprende la posesión de efectivo y de activos financieros (cuentas a la vista, de ahorro y a plazos), también bajo responsabilidad mayor de la gestión de gobierno, por la emisión de monedas y billetes y por las regulaciones que ejerce sobre la intermediación financiera (créditos financieros).
- INF: inflación.
La relación entre la emisión de billetes y monedas y la inflación es innegable, correlacionan entre sí con un 86%, los aumentos de precios se acompañan siempre con la emisión displicente de billetes y monedas para financiar el déficit fiscal, fuente y sustento de la perpetuación del populismo.
Hay tres gobiernos que sobresalen, en el manejo económico, fiscal y monetario, son los de Isaías Medina Angarita, el de la Dictadura de Marcos Pérez Jiménez y el de Rómulo Betancourt.
Son los tiempos de la convertibilidad de las divisas en oro que finalizan para 1971, en otras palabras el respaldo obligatorio en oro del dólar, amordazaba la emisión arbitraria de billetes y monedas, sólo devaluaciones o revaluaciones permitían a las autoridades monetarias regular la cantidad de billetes y monedas en circulación.
La disciplina se mantuvo en Venezuela cuatro años más, desde 1971, hasta el primer gobierno de Rafael Caldera, de allí en adelante comenzaron los tiempos del mal populismo y a partir de 1999 del populismo autoritario.
El pecado original del nacimiento de la democracia venezolana, tiene lugar el 18 de octubre de 1945, con un golpe de estado innecesario, al gobierno de Isaías Medina Angarita, el único en la historia republicana de Venezuela sin perseguidos, ni presos de conciencia y con las mayores reformas económicas e institucionales nunca vistas en tan corta gestión.
El gobierno de Rómulo Betancourt es otro ejemplo de democracia y manejo económico de un país que debió enfrentar la agresión extranjera del dictador Fidel Castro. De ser otra la realidad política quizás la represión y la persecución no hubiesen manchado el talante democrático de su gestión. Ha sido la gestión de mayor disciplina fiscal y económica en este periplo de la democracia venezolana.
El pecado mortal de la democracia venezolana tiene lugar con la elección del experimento del socialismo del siglo XXI, donde la responsabilidad cívica, en el acontecimiento, de la clase media es inequívoca. Nunca en la vida independiente de este país ha habido un manejo tan desastroso e irresponsable de la economía. Con inmensos recursos y con todo el poder en sus manos, Venezuela luce al día de hoy encabezando la lista de los países con los peores indicadores económicos, sociales y políticos del mundo.
Quisiera hacerle un comentario profesor Contreras, en descargo del segundo gobierno del Rafael Caldera.
Recordemos que le tocó enfrentar dos acontecimientos nefastos para cualquier gestión económica.
Una crisis financiera y cierre de bancos. Origen de parte de la liquidez monetaria, y la inflación, de ese periodo. Nacidas del compromiso de reconocer a los ahorristas la mayor parte de sus depósitos.
¿En qué medida fue buena esa política? Asumir la inflación por reconocer los ahorros de la población… Queda para el debate.
Y el segundo punto, unos precios del petróleo por debajo de 15 dólares el barril. Recuerdo el comentario del presidente Caldera desde la Plaza de San Pedro en el Vaticano, asistiendo a la beatificación de la Madre María de San José. Le pidió candidamente a la nueva beata que ayudara a subir el precio del crudo. Para ese momento estaba en nueve dólares el barril.
Sin embargo, debo reconocer el esfuerzo de ese gobierno en atender a los más necesitados, con innovadores programas sociales, no clientelares ni discriminatorios, y su probidad en el manejo de los dineros públicos.
Luego vino Chávez y con un precio del barril a 100 dólares nos ha legado el infierno.