Los tiempos de la posverdad y de la posfactualidad: la crisis de la democracia bajo el imperio de la fuerza sobre la sensatez

Son tiempos de cambios de la forma como siente y piensa la gente, porque como siente y piensa así actúa. La mundialización comunicacional, a través de las redes, ha permitido: la saturación de información de toda naturaleza, el uso intensivo, extenso e intencional de falacias, mentiras y provocaciones. Es un contexto de banalización de la verdad que privilegia a la fuerza sobre la sensatez, y todo lo que refuerza la fuerza, propaga y perpetúa el populismo autoritario. La lucha por la democracia necesita una revisión de las acciones estratégicas de las fuerzas democráticas de modo de contrarrestar el peso del poder de la fuerza sobre la sensatez.

De las falacias y las mentiras al autoritarismo

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De la manipulación de los impulsos a la descomposición social

Uno de los grandes sucesos de los últimos tiempos ha sido la mundialización de las comunicaciones, ella ha tenido un rol importante en el desenvolvimiento de los conflictos en el mundo, los cuales guardan más relación con la crisis de la democracia liberal y con la descomposición social que con una lucha entre potencias, de un enfrentamiento ideológico, de religiones, o de otras causas corrientes. Es un error plantearse el tema en términos del advenimiento o consolidación de modelos con fundamentos ideológicos, pues lo que observamos, es una crisis de democracia que va desde la pérdida de confianza en las élites, en países con fortaleza institucional, hasta la descomposición social en países con debilidad institucional.

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La obtención de logros fuera del consentimiento racional de la gente bajo el populismo

El buen funcionamiento de la democracia se fundamenta en la confianza, la cual necesita de información veraz, fiable y transparente. El ejercicio de la democracia tiene que estar exento de la contaminación de las creencias erróneas y de la insuficiencia de información pertinente. El populismo autoritario utiliza como mecanismo anti frágil la manipulación mediática y su éxito lo logra cuando las masas asumen que la verdad puede ser creada a imagen y semejanza de lo que le venga en gana al autoritario. Toda dictadura aplica, como recurso para la quiebra emocional de la gente, la banalización de los límites entre la verdad y la mentira, de esta forma hace frente al arma más poderosa de un demócrata: la palabra fundada en la consistencia y la evidencia, es decir a la razón.

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