El desorden inevitable, irreversible y perpetuo bajo el “populismo-iliberal” en países con fragilidad institucional

En países con debilidad institucional, el modo de gobernanza «populista-iliberal» es un mecanismo de generación perpetua de desorden con características de irreversivilidad material, es decir de gran consumo de recursos con destrucción de valor: basta observar en Venezuela la movilización de todos los recursos que posee un gobierno que controla todo y sus resultados: escasez, inflación, colas e inseguridad.

La complejidad hace que los sistemas tengan una tendencia a reducir la capacidad creadora de la sociedad en la medida que avanzan conforme a la idea del esfuerzo permanente para el logro de invulnerabilidad, fortaleza y resiliencia. No obstante, cada intento sucesivo para el logro de sostenibilidad, hace más costosa la superación de la adversidad.

Bajo el enfoque de la planificación centralizada, la superación de las dificultades exige cada vez de más procedimientos y reglas para asegurar el sistema, sin que haya creación de valor equivalente, esto da lugar a pérdidas de eficiencia social: distrae recursos, no genera nada y entorpece lo poco que funciona bien.

En el círculo vicioso de los controles, con una misma y escasa dotación de recursos, la fragilidad aumentará exponencialmente. En este contexto la resiliencia es ilusoria, si ella tuviera efectividad tan solo permitiría sobreponerse a las dificultades, pero todo seguiría igual. Es necesario entonces un enfoque que mejore con la acción, es la anti fragilidad.

La antifragilidad [1] es la propiedad de los sistemas que aumentan su capacidad de supervivencia como resultado de factores estresantes, choques, la volatilidad, el ruido, errores, fallas, …, y ataques. En la práctica de la gobernabilidad consiste en reproducir mecanismos auto reguladores que permitan a la sociedad sacar provecho de las dificultades. Más se puede lograr de sistemas en los cuales se asume el riesgo y la incertidumbre como parte sustantiva de la vida en lugar de intentar el sometimiento del azar. Un cambio de esa naturaleza simplifica, amplía la capacidad de respuesta y da lugar a innovaciones. Las innovaciones constituyen la única manera de reducir parcialmente el desorden originado por las tentativas de someter a la incertidumbre.

¿Cómo ir al encuentro de un dispositivo anti frágil?

Hay que abandonar la idea de querer controlar todo, por el contrario hay que pensar en un sistema que se fortalece desde las contingencias del entorno con reglas sencillas como las siguientes:

Contar con estrategias heurísticas “rápidas y frugales” para tomar buenas decisiones aunque el tiempo, el conocimiento y la capacidad de cálculo sean limitados. Es el hacer más (cantidad), mejor (cualidad) con menos (entropía).

“Small is beautiful”, hay que tener en cuenta que la búsqueda de eficiencia bajo relaciones complejas y en proyectos de gran tamaño, un pequeño error de predicción da unos resultados que se acumulan en el sistema y que, por lo tanto, lo hace frágil.

Crear alternativas, poseer variadas opciones es una forma diferente de hacer cosas con sentido de oportunidad con la gran ventaja de que surge de una asimetría con gran creación de valor y con ligeros daños. Es un modo de domesticar azar, de actuar de una manera racional sin necesidad de entender (o “adivinar”) el futuro sino de explorar sus rastros que uno piensa no tiene lugar en el presente.

Asumir variados riesgos con leves efectos y evitar riesgos concluyentes de gran impacto. No se debe ir con cuidado extremo contra probables pérdidas pequeñas, sino en relación con las pérdidas grandes e infrecuentes.

Es una microeconomía del desequilibrio dinámico para una política económica de evaluación previa de impactos sobre el mercado.


[1] Antifragilidad Es un principio que asume la idea de que el éxito guarda una relación directa con la capacidad de sacar provecho del desorden. Hace referencia a los sistemas que aumentan en capacidad, resistencia o robustez como consecuencia de errores, defectos, ataques y fracasos o de encuentros con la adversidad. Como Taleb explica en su libro, la anti fragilidad es fundamentalmente diferente de los conceptos de resiliencia (es decir, la capacidad de recuperarse de errores) y la robustez (esto es, la capacidad de resistir el fracaso).

Este constructo se ha aplicado en el análisis de riesgos. Hay cosas que crecen especialmente cuando se exponen al azar, al riesgo y a la volatilidad (como lo hacen los emprendedores), cuando en una sociedad creemos en la posibilidad de prescindir y apartar el riesgo, también eliminamos esa capacidad de respuesta que es en realidad el núcleo de progreso de cualquier época.

Nassim Nicholas Taleb (2012). Antifragile: Things That Gain from Disorder. Random House. ISBN 9781400067824.

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